El crematorio de Santa Eulària cumplió el jueves seis meses de servicio. Medio año en el que 160 fallecidos, tanto residentes del municipio como vecinos de otras partes de la isla, además de extranjeros, han recibido una última despedida en las instalaciones de la funeraria.

«Somos una funeraria, pero queremos salirnos de lo fúnebre», asegura Mónica Miranda, gerente del crematorio, al referirse a las instalaciones. Un edificio moderno, de paredes blancas y con grandes ventanas que llenan de luz cada sala del edificio. «Es un momento muy triste», continúa Miranda, «pero la carga ya viene de por sí, ni el entorno ni nosotros vamos a añadirle más».

A la diferencia emocional se le añade la económica. Mientras que el servicio básico que ofrece el crematorio, es decir, la incineración del fallecido y la urna en la que posteriormente se recogen sus restos se fija en 700 euros para los residentes de Santa Eulària, el precio sube hasta los 1.200 en el caso de los no residentes. Un precio mucho menor al que estaban obligados a pagar los familiares del fallecido antes de la apertura de estas instalaciones, ya que los restos debían trasladarse a Palma o la Península, donde más tarde serían incinerados.

«Las cifras de personas que ahora, tras su fallecimiento, son incineradas alcanza el 30% en Ibiza», afirma la gerente de Aurens, la empresa que gestiona las instalaciones. Este dato demuestra la gran acogida que el crematorio está teniendo entre los vecinos de la isla, ya que antes de su apertura la cifra no alcanzaba el 20%.

«Este sector ha cambiado muchísimo en los últimos años», asegura Juan Catalán, uno de los asesores del crematorio y parte visible del personal que intenta facilitar el tránsito de los allegados durante los momentos de duelo. Además de por las intalaciones, el crematorio destaca por ofrecer numerosas posiblidades de cara a la última despedida. Ataúdes y urnas personalizadas o ceremonias al gusto de los familiares son solo algunas de las posibilidades que ofrecen en Santa Eulària.

Privacidad y exclusividad

Además de las incineraciones por fallecimientos recientes, el crematorio está llevando a cabo exhumaciones de cuerpos para su posterior incineración. «En septiembre muchas personas están preguntando por ello», asegura Miranda.

El principal motivo que empuja a los familiares de los ya fallecidos a exhumar sus cuerpos es «asegurar de manera definitiva el destino de los difuntos», afirma la gerente.

La responsabilidad de encargarse del estado de un nicho o la incertidumbre ante el futuro que le pueda deparar está provocando que muchas personas decidan llevar a cabo esta práctica.

«Además los cementerios antes o después acaban teniendo problemas de espacio», afirma tras comentar la ampliación de nichos que hace pocos meses se llevó a cabo en el camposanto de Sant Antoni.

La manera de entender estos eventos es muy clara en el crematorio de Santa Eulària. «Nuestra máxima es la privacidad y la exclusividad», sostiene la gerente. «Aquí las ceremonias son únicas, nunca hay más de una a la vez», explica Miranda desde la puerta del crematorio, «sabes que cada persona que ves ha venido a verte a ti, no hay desconocidos».

Además de mediante contratación directa, Aurens llegó a un acuerdo para dar cabida a «incineraciones de beneficiencia», para que todos aquellos que quisieran que sus restos, o los de sus allegados, fuesen incinerados, pudieran ser financiados por los Servicios Sociales en el caso de que su situación económica no les permitiera hacerlo de manera independiente.

«Nos dimos cuenta de que podíamos ayudar en ese sentido y nos decidimos a hacerlo», afirma Mónica Miranda.

Desde febrero, 160 fallecidos con sus familias y amigos han pasado por el crematorio de Santa Eulària, donde, según sus trabajadores, «el entorno ayuda a que salgan más tranquilos».