En los 17 años que Ángel Crespo lleva dedicado al transporte sanitario asegura que nunca se ha producido un fallecimiento durante el vuelo. De hecho, explica que no es muy habitual tener que realizar algún tipo de intervención sanitaria al enfermo más allá de comprobar que se mantiene estable. «Y han sido muchos los pacientes críticos que se han trasladado», indica el médico, que recalca que el hecho de que no haya ocurrido no implica que esto no pueda pasar. «Pero en 17 años en el 061 en Ibiza no ha pasado», insiste.

Crespo indica que esto se debe a uno de los puntos básicos del transporte aéreo sanitario: hay que estabilizar al paciente antes de volar. «El habitáculo es pequeño y no es fácil tener que actuar dentro. Lo que se pretende siempre es estabilizar al enfermo todo lo posible antes de la salida. Hay que prever. Hay que anticiparse en tierra a todo lo que pueda pasar para que durante el vuelo tengas que hacer las menos intervenciones posibles, que son muy dificultosas y, además, ponen en riesgo al paciente», indica. El tiempo que tardan en preparar al paciente varía. Cuanto más crítico, más tiempo. «Si requiere ventilación o bombas de perfusión se tarda más en prepararlo», indica.

El objetivo es que el enfermo no necesite nada durante el tiempo de vuelo: unos 40 minutos si el traslado es al hospital de Son Espases, en Mallorca, y aproximadamente diez al hospital de Formentera. En este último caso en ocasiones puede alargarse un poco más «porque hay que atravesar tráfico aéreo» de la zona de aproximación al aeropuerto.

De helisuperficie a helisuperficie

Crespo explica que, al tratarse de un helicóptero ambulancia, «podría tener preferencia», pero eso obligaría a la torre de control «a desviar todo su tráfico aéreo». Sin hacer uso de esa preferencia, en diez minutos aterrizan en Formentera. «Al volar de helisuperficie a helisuperficie se acortan mucho los tiempos», justifica el responsable del 061 en las Pitiusas, que recuerda que hace años, el hospital mallorquín no contaba con un espacio en el que el helicóptero pudiera aterrizar. Entonces, tenían que llegar al aeropuerto y, desde ahí, una ambulancia los llevaba hasta el centro sanitario. «Con eso se perdía la ventaja de tiempo del helicóptero», matiza.

Cuando se le pregunta a Crespo si hay pacientes a los que no se pueda trasladar debido a su estado responde con un condicional: «Podría haber casos en los que no se pudieran trasladar». El condicional tiene su explicación: «En las Pitiusas tenemos la peculiaridad de la insularidad. Eso significa que puede haber un paciente no todo lo estable que debería, pero que tiene que llegar a la unidad en la que van a atenderle porque si no se le traslada las posibilidades de supervivencia son muy bajas». Es decir, que a veces el helicóptero traslada enfermos que, en otros lugares no aislados, no se trasladarían. «En cualquier otro sitio habría que esperar, estabilizarlos más, pero aquí hay que rebajar los criterios de estabilidad para mejorar la supervivencia», insiste.

Algunos de los traslados son sencillos. Se trata de pacientes ingresados que necesitan una prueba diagnóstica, que se encuentran relativamente bien y que únicamente llevan una vía. «Incluso pueden ir viendo el paisaje», comenta Crespo. No es lo habitual. Lo normal es trasladar a enfermos más graves: procedentes de la UCI, que necesitan cirugía vascular o neurocirugía, politraumatizados o con arterias seccionadas. Una vez en el helicóptero, el objetivo principal es que ese paciente llegue al hospital de destino. Si empeora durante el vuelo, intentarían estabilizarlo y continuar. Si no lo consiguieran y el aparato está cerca del centro del que han partido, volverían.

Meteorología

Esto, sin embargo, no suele ocurrir: «Se trata de pacientes complicados, pero con la preparación que se le realiza antes de partir, los traslados suelen ser bastante estables dentro de la gravedad». Tampoco suele pasar que las condiciones meteorológicas impidan el vuelo, pero si éste está desaconsejado, por muy grave que esté el paciente no se sale. «No ha pasado muchas veces y, afortunadamente, desde que Formentera pasó de tener centro de salud a tener hospital hay cierto margen para trasladar a los pacientes», explica.

En una situación así, se activaría todo el dispositivo y todos los profesionales implicados estarían a la espera de que mejorase la meteorología para partir cuanto antes. «A veces hay tormentas que apenas duran una hora», indica. Si el caso fuera muy urgente y el helicóptero no pudiera volar, pero sí el avión, si el trayecto fuera entre Ibiza y Mallorca, se enviaría la avioneta.

Castro destaca la «experiencia» de los pilotos: «Si hay tormenta saben cómo hacer que el vuelo no sea incómodo para el paciente». Además, indica, el antiguo helicóptero era más pequeño y tenían que repostar después de cada traslado. El actual tiene más autonomía: «Este invierno tuvimos que volar de Can Misses a Son Espases con una tormenta muy importante y un paciente con un problema neurólogico severo. Fue un vuelo nocturno y tardamos mucho porque las condiciones meteorológicas eran malas y hubo que hacer una ruta alternativa. Nosotros no notamos que la noche fuera tan mala, sólo que el trayecto fue más largo».

Desde que Formentera es hospital, en el helicóptero han dejado de llevar mujeres de parto. Los atienden allí y, los más complicados, están programados y las mujeres se trasladan a Ibiza días antes. No nacen niños en el aire. A pesar de eso, hace pocos días llevaron en el helicóptero a una mujer con un parto prematuro. Nació en Can Misses.