El término ´Guerrilla Marketing´ fue acuñado en 1984 por Jay Conrad Levinson en un libro con el mismo nombre y se ha convertido en una de las mejores armas con las que cuentan las pequeñas empresas para conseguir un impacto sin gastarse demasiado dinero. Así lo explicó ayer el experto César Sánchez, que cree que es un ámbito todavía muy poco explorado en Eivissa y que, sin embargo, tiene buenos resultados.

Algunas discotecas lo han utilizado, creando formatos diferentes para sus flyers como una que imprimió en el reverso billetes de dólar, con lo que consiguió llamar la atención por la expectativa que creaba.

Así, este tipo de campañas ´de guerrilla´ están enfocadas más hacia la psicología humana que a la experiencia y entre ellas hay ejemplos que han tenido éxito como el de una clínica dental que regalaba chupetes con forma de enormes dientes deformados, que resultaban graciosos en la boca de los pequeños y que alertaban del peligro de descuidar la salud bucal de los niños.

Algunas empresas grandes lo han utilizado también porque el impacto de la publicidad tradicional se reduce. Así, Sánchez mostró una campaña de Durex en la que se pintaron con tiza formas de condón sobre las aceras, aludiendo cada una de ellas a las diferentes texturas del preservativo. También explicó el impacto de unas pegatinas colocadas en los baños de locales que decían ´te espero mañana a la misma hora´ y que estaban firmadas por All Bran de Kellogs.

El marketing de guerrilla trata de crear algo nuevo, por lo que, en lugar de dinero, la principal inversión es la imaginación, el tiempo y el esfuerzo propio. Resulta barato pero es importante que la idea sea buena. Es barato, pero requiere encontrar una idea provocadora y que funcione de manera positiva para la empresa y su producto.