Estatura moral

Masha Gessen, escritora ruso-estadounidense judía, ha visto como se esfumaba el galardón Hanna Arendt de pensamiento político que iba a recibir. El motivo: un ensayo que publicó en la revista New Yorker el pasado 9 de diciembre. En el largo artículo reflexiona sobre la memoria del Holocausto y como la política aplicada a ella «oscurece lo que vemos hoy en Israel y Gaza».

La sospecha de antisemitismo se cierne sobre toda crítica a Israel. La denuncia de Gessen es reflexiva y documentada, también firme. La comparativa entre la vida en Gaza de los últimos dieciséis años -hacinados, empobrecidos y entre muros- con el de un gueto judío en la Alemania nazi no ha sido digerible para los organizadores del premio. Que el galardón retirado sea en honor a Arendt, la intelectual judía alemana que huyó de los nazis, añade una triste ironía a la decisión.

Como menciona Gessen en su ensayo, Arendt escribió una carta en 1948 con motivo de la visita de Menachem Begin a EEUU, en ella alertaba sobre un fenómeno inquietante que había surgido en elrecién creado estado de Israel: «un partido político muy similar en su organización, métodos, filosofía política y atractivo social a los partidos nazis y fascistas». Ese era el partido de Begin, el que treinta años después se convertiría en primer ministro de Israel.

Es posible que, con los ojos de hoy, a Arendt no le hubieran entregado el premio que lleva su nombre. Puestos a especular, ¿y a Josep Borrell? El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores ha denunciado recientemente «la espantosa falta de distinción (entre objetivos militares y civiles) en la operación militar de Israel en Gaza». También ha advertido sobre la inacción de la UE: «estamos perdiendo nuestra estatura moral en el resto del mundo, incluido Oriente Próximo».

Mientras una lectura simplista, perversa e interesada de la memoria ensimisma a parte de Europa, Donald Trump ha vuelto a insistir en que los inmigrantes irregulares «envenenan la sangre de nuestro país». Hitler comparaba a los judíos con gérmenes y justificaba los guetos como medida para proteger a los arios de las enfermedades transmitidas por los judíos. También la política de Netanyahu encierra a los palestinos como medida de defensa. Y sí, las enfermedades infecciosas se desataron en los guetos y la desesperación en Gaza ha devenido letal, ¿acaso no era previsible?

Acabamos 2023 con nuevos y viejos odios exacerbados. Que el 2024 nos traiga, al menos, la capacidad de ser críticos con las causas que defendemos.

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