En corto

Envejecer bien y mal

Sin entrar en detalles, lo normal cuando se envejece es perder interés por determinadas cosas del cuerpo y la mente al ritmo en que cuerpo y mente pierden facultades, cogerle el gusto a la indolencia, sacudirse de una vez la condena de los horarios y las prisas, no perder el tiempo en tratar de entender a la gente joven, dando por hecho que no están del todo en sus cabales y, sobre todo, dejar que las ideas se le moderen, como de forma natural les ocurrirá a los coetáneos. A esa normalidad a tono con la edad es a lo que llamo envejecer bien. Envejecer mal es que, en lugar de todo eso, no pierda uno las ganas de casi nada, encuentre intereses nuevos por cosas inesperadas, sienta que le falta tiempo para hacer todo lo que quiere hacer y note que, aunque intente moderarse y volverse sensato, las ideas se le rebelan. El consuelo, para el que sufre el síndrome, es que nunca dura demasiado.

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