Diario de Ibiza

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Miguel Ángel Riera

Nuestra indiferencia

El viernes pasado se celebraba el día de la Virgen de Lourdes, día del enfermo. Un día muy especial para tener un recuerdo para todos aquellos, que diariamente, minuto a minuto, sufren en su cuerpo el dolor de la enfermedad, y a menudo lo peor, en la soledad. Pero también la organización de la Iglesia, Manos Unidas iniciaba una nueva campaña contra el hambre. La enfermedad, el hambre, la soledad, las injusticias,… todas estas realidades las tuvimos presentes en la celebración en la parroquia de Santa Cruz, con la participación del coro parroquial que nos ayudo a elevar nuestras peticiones para erradicar el hambre y las injusticias que sufren tantos hermanos nuestros.

Bajo el lema ‘Nuestra indiferencia los condena al olvido’ Manos Unidas nos quiere recordar la necesidad de hacer presente en todos los ámbitos la realidad que nos envuelve. No podemos erradicar aquellos males que desconocemos. Hace unos años el lema fue ‘Nuestra indiferencia nos hace cómplices’. Nos hace cómplices del olvido del sufrimiento que padecen muchas personas que son víctimas de una mala distribución de la riqueza, víctimas de un sistema económico que nos les permite vivir con dignidad. Y esta realidad la tenemos que conocer, para que conociéndola podamos actuar. Nuestra indiferencia, por falta de conocimiento o por desentendimiento de la realidad, hace que los más débiles no puedan salir de su situación de dolor, en países en vías de desarrollo y a nuestro alrededor.

El olvido nos condena en vida a no estar presentes, a no contar para nadie. Nos arranca de nuestra realidad, de nuestra propia historia, de nuestras raíces, en pocas palabras, de lo que somos. Con el olvido dejamos de existir y condenamos a los demás al vacío existencial que los sume en el dolor más grande que podamos experimentar. El centro del cartel de este año es el rostro de una mujer, medio desfigurado, porque ya sabemos que la pobreza tiene rostro de mujer. En tantos países las mujeres son las que soportar todas las cargas familiares, su trabajo muchas veces es invisible, sus esfuerzos son menospreciados. En Manos Unidas, las protagonistas, como en la sociedad, son las mujeres, no solo porque las voluntarias en su mayoría son mujeres, sino también por que la mayoría de las que protagonizan los proyectos desarrollados por nuestra institución eclesial son mujeres. No les condenemos al olvido.

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