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Sintientes

En realidad los humanos solo consideramos “sintiente” al animal que nos inspira sentimientos buenos a nosotros, y cuanto más intensos sean más “sintiente” lo veremos. Saberlo y asumirlo, sin engañarnos ni engañar, nos absuelve al menos de la apestosa hipocresía y nos deja en simples practicantes del cinismo de tratar como “sintiente” nada más al animal que cumpla el cuádruple requisito de ser cercano a la gran familia humana (lo que deja fuera, por ejemplo, al jabalí), tener un tamaño a su escala (lo que excluye insectos y gusanos), no estar destinados a la olla (como pollo, lubina o vaca) y no pertenecer al gremio de animales nefandos (tipo ratas). Dicho lo cual, la ley aprobada no deja de ser un estimable desarrollo conceptual del humanismo, término que tampoco engaña a nadie: defensa del humano por encima de los demás seres vivos, al servicio siempre de su rey-depredador-consumidor.

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