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La noche de los sueños

Tres señores envueltos en gruesas capas llegados de Oriente a lomos de un caballo, un camello y un elefante, tras la estela de una estrella, capaces de complacer los deseos de los niños (o al menos algunos, que son magos pero no tanto). Que en una noche, de forma simultánea, porque así es la magia, pueden repartir regalos en todos (o casi todos) los hogares, y pueden protagonizar infinidad de cabalgatas al mismo tiempo. La de los Reyes Magos es la tradición más disparatada que tenemos, pero a la vez la más bonita, porque pone a los niños en el centro y alienta su imaginación y su capacidad de ilusionarse hasta el punto de creer en estos fantásticos seres que aparecen una vez al año con el único propósito de repartir regalos. Estos singulares viajeros nos recuerdan también al niño, a la niña que fuimos, y a nuestros padres y madres, abuelos, tíos, haciendo magia de la mejor forma que supieron o pudieron. Muchas familias la harán para que mañana sus niños amanezcan con una sorpresa y sigan creyendo en los Reyes, a pesar de todos los pesares. Ahora es el mejor momento, el de los deseos y los sueños, el de antes de la decepción y del carbón, aunque sea de azúcar. Feliz noche de Reyes.

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