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Rubén J. Palomo

Para empezar

Rubén J. Palomo

Fútbol de ‘tetra brik’

Su infancia en un humilde barrio de la España de los 90 transcurrió entre pilla-pillas, escondites, churros-mediamanga, chapas... y fútbol de tetra brik. Lo llamaban así porque en el cole no permitían jugar con balones de reglamento, para evitar pelotazos. Los niños, en un alarde de ingenio, rellenaban cartones de leche o zumos con papel de periódico hasta engordarlos de forma que pudieran patearlos. Las porterías no eran más que dos sudaderas separadas por unos cuantos metros y como larguero, la línea imaginaria que alcanzara un salto del porterillo. Quien perseveraba en el fútbol lo hacía con el equipo del cole, o del barrio, en campos de tierra, embarrados en invierno y como lijas en verano. En aquella época parecía un milagro poder jugar sobre césped natural, al menos en el centro y el sur peninsular. El rasear del balón, el olor a hierba fresca, poder emular a sus ídolos de Primera…Era una utopía. Tampoco durante su adolescencia tuvo la oportunidad de jugar al fútbol sobre la superficie ideal, solo en algún torneo veraniego que para él y sus compañeros representaba una especie de Noche de Reyes en el ecuador del año. Años después, los primeros recintos de césped sintético supusieron un antes y un después para la vida deportiva de muchos de ellos. Un cambio a mejor que siempre agradecieron porque nunca olvidarán que venían del humilde fútbol de tetra brik.

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