Diario de Ibiza

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David Ventura

Para empezar

David Ventura

Cuatro helados y unas patatas

Cuatro helados, una bolsa de patatas y unas monedas. Este es el fastuoso botín del que apoderaron los migrantes que, el pasado domingo, desembarcaron en Cala Saona tras jugarse la vida y navegar a mar abierto en una destartalada patera. Cansados, famélicos, incrédulos por haber burlado a la muerte y completamente desorientados, forzaron la entrada de un comercio de playa y se apoderaron de unos helados y una bolsa de snacks. No sé como pudieron. Si cuando llego a casa después del trabajo no puedo evitar abrir la nevera porque sin una cerveza no soy persona, no me quiero ni imaginar el destrozo que habría causado yo en ese restaurante de Formentera. Me admira esa contención, esa especie de respeto. Como si sintieran pudor a tomar algo que no es suyo, y por eso se limitaron a irse con lo mínimo. Me conmueve ese respeto escrupuloso por las normas, ese civismo innato. Leía la breve noticia que ha escrito mi admirado compañero Carmelo Convalía, poniendo la lupa en los detalles y en las personas. Ni maquiavélicos genios del mal, ni hordas llegadas allende de los mares, ni el gran asalto al tren correo de Glasgow. Solo unos pobres tipos que lo han dejado todo para huir del horror y que se comieron cuatro helados y una bolsa de patatas.

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