El sector del ocio nocturno lleva cerrado en Ibiza un año y medio, desde el final del verano de 2019. Ahora que estamos a las puertas del inicio de la temporada, estos empresarios tampoco saben si será posible reabrir ni en qué condiciones, y los agrupados en la asociación Ocio de Ibiza han propuesto al Govern balear un plan de medidas para que las discotecas y otros locales de copas puedan volver a funcionar de manera segura y minimizando los riesgos sanitarios. También plantean hacer una prueba piloto tanto en un recinto exterior como en el interior de un establecimiento, tal y como ya se ha hecho en otros lugares del mundo y de España.

Sin embargo, hasta el momento el Govern balear se ha limitado a escuchar las propuestas, sin dar pistas ni aportar nada sobre cómo podría ser la reapertura del sector, cuándo o en qué condiciones. Esta falta de respuesta del Ejecutivo acrecienta la inquietud en un sector que genera un enorme volumen de negocio, es uno de los principales atractivos turísticos de la isla (mundialmente conocida por sus discotecas y reconocida como epicentro de la música electrónica) y genera miles de puestos de trabajo, tanto directos como indirectos. Por tanto, no es de recibo que el Govern dé la callada por respuesta, y que mantenga en vilo a las empresas y trabajadores del sector cuando estamos sólo a dos semanas de que comience la anhelada llegada turistas.

No se puede ningunear a un sector económico tan importante para la isla. Como mínimo hay que estudiar sus propuestas para reabrir con aforos reducidos y medidas de prevención de contagios como exigir a los clientes que estén vacunados, hayan pasado el covid o que presenten una PCR negativa; hacer test a los trabajadores cada 15 días; limitar la ocupación de las pistas de bailes a no más de 500 personas en discotecas con capacidad para más de un millar, entre otras. Analizarlas, dar alguna respuesta o proponer otras alternativas para que puedan recuperar la actividad.

Como advierte Ocio de Ibiza, abrir una gran discoteca necesita varias semanas de planificación para contratar al personal, los equipos de sonido, iluminación, proveedores y organizar todo el complejo entramado que sostiene este negocio. Lo cual obliga a hacer además un importante desembolso económico. Por tanto, es comprensible que el sector solicite un calendario claro de desescalada para saber a qué atenerse. En este sentido, la petición de los establecimientos agrupados en esta asociación de hacer un ensayo en una discoteca, con todas las garantías sanitarias y la preceptiva autorización de Salud, es más que razonable, y de hecho ya se ha llevado a cabo en otros lugares.

La disparidad de medidas para contener la pandemia establecidas por cada comunidad autónoma, ratificadas o no por los Tribunales Superiores de Justicia respectivos cuando afectan a derechos fundamentales, provoca situaciones inexplicables que enfadan, con razón, a los afectados. Uno de los ejemplos es lo que está ocurriendo con el ocio nocturno, abierto en comunidades con mayor incidencia del coronavirus que Balears (como en Andalucía, donde las discotecas pueden funcionar hasta las dos de la mañana), mientras que aquí, la segunda comunidad con la incidencia más baja de España, no sólo permanece cerrado, sino que el toque de queda se mantiene a las once de la noche. La otra comunidad con toque de queda es la valenciana, que lo tiene a las doce. Estos gobiernos autónomos argumentan que sus buenos datos se deben precisamente a la dureza de sus restricciones, pero ya es hora de plantearse una relajación de las medidas, en correspondencia con el bajo nivel de incidencia y con la agónica situación en que se encuentran muchos negocios.

De la misma forma, el sector de los conciertos y festivales, los músicos, también merecen clarificar en lo posible su horizonte en Balears, como se está haciendo en otros sitios, donde se ponen en marcha pruebas piloto para explorar fórmulas que les permitan reanudar la actividad.

Cualquier paso en la desescalada tiene que estar muy medido para evitar que la baja incidencia actual se dispare y dé al traste con una temporada que no debe ser fallida, como la del año pasado. Pero es momento ya de analizar seriamente las posibilidades para reabrir, aunque de forma limitada y muy controlada, el ocio nocturno. Si ahora no es posible, más adelante. Pero este sector necesita concreciones sobre su futuro. El Govern no puede seguir mirando hacia otro lado para ganar tiempo: debe dar respuestas argumentadas y propuestas razonables. Cuanto antes.

DIARIO DE IBIZA