En diciembre se cumplen 20 años de la declaración del yacimiento fenicio de sa Caleta como Patrimonio de la Humanidad, junto al recinto amurallado de Dalt Vila, las praderas de posidonia situadas entre Ibiza y Formentera y la necrópolis de es Puig des Molins. En estas dos décadas han pasado gobiernos de todo tipo y color por el Govern balear, el Consell Insular y el Ayuntamiento de Sant Josep, pero en 20 años no han sido capaces (o simplemente, no han tenido el más mínimo interés) de abrir un centro de interpretación, por modesto que fuera, que explique la importancia de estos restos. Solo dos carteles metálicos dan unas breves explicaciones sobre el yacimiento, que según los expertos fue el primer asentamiento fenicio en la isla de Ibiza, en el siglo VIII a. C.

Los antiguos pabellones militares que el Consell rehabilitó en 2017 para acoger un centro de interpretación del poblado siguen cerrados a cal y canto, después de que la institución invirtiera más de 320.000 euros. En estos 20 años, apenas se ha hecho nada en sa Caleta. Se cambió la verja del yacimiento: no quedó más remedio, porque la anterior, comida por el óxido, se desplomó durante un temporal.

El 20 aniversario de la declaración de la Unesco debería servir para acometer de una vez y sin más pretextos un plan para museizar sa Caleta y darle la importancia que merece.