Basta con dar un paseo por Sant Antoni para darse cuenta de que el pueblo necesita un cambio drástico para dejar de ser la oveja negra de la isla. La localidad cuenta con uno de los paseos más bonitos de la isla, desde el Far de ses Coves Blanques hasta Cala Gració pasando por el Aquarium Cap Blanc. El entorno de la iglesia, el segundo templo más antiguo de la isla tras la catedral, es un pequeño oasis incluso en verano del ambiente hooligan y de la desidia que abraza la mayor parte de las calles de la localidad. Los negocios cierran en su mayoría en invierno y condenan al pueblo a una escasa presencia callejera que lo convierte en fantasmagórico. Este martes, mientras paseaba por la localidad, sólo había cola de clientes en la única administración de Lotería del pueblo, ubicada frente al mal querido mercado Es Clot Marè. Los precios de los pisos son -relativamente- bajos porque cuesta vivir en un lugar que en verano se transforma en 'Geordie Shore'. La reforma de varios hoteles -que aumentan de categoría de estrellas- y hostales -dedicados a un turismo más familiar o de relax- y la construcción del primer cinco estrellas de Sant Antoni dan un poco de luz a un pueblo que tiene todas las cualidades para brillar lejos del turismo de borrachera.