Acumulamos demasiada mierda debajo de la alfombra y el mal olor es ya exagerado, algo que bien puede aprovechar la competencia para airear los tufos que ni tan siquiera nos molestamos en disimular. Hablo de la degradación medioambiental que minimizamos y a la que nadie pone coto. Da vergüenza y cansa relacionar los desaguisados que sumamos con inexplicable indiferencia. Hablo de la creciente contaminación que tenemos en la ciudad, en el campo, en los litorales y también en el mar. Y seguimos tan ufanos. Convencidos de que vivimos en el mejor de los mundos. O tal vez es que preferimos engañarnos con aquello de que « qui dies passa, anys empeny». Me pregunto si vamos a dejar que Ibiza sea una cloaca. Me gustaría pensar que exagero, pero cuando digo que los tufos descubren la grave situación que tenemos me refiero a las noticias que, un día tras otro, aparecen en estos mismos papeles. La última colma el vaso y la repito porque pasarla por alto puede resultar suicida. Nos la regala un centro científico reconocido -el Centre d'Estudis Avançats de Blanes (Girona)- tras un minucioso rastreo de nuestras aguas. Es el segundo análisis que dicho Centro realiza. Y si el primero era alarmante, el de ahora confirma que de Matamala hemos pasado a Matapeor. Recogía estos datos Juan Lluís Ferrer, incisivo como suele, aportando la comparación asimismo inquietante de que cuando las playas urbanas de Barcelona dan 10 partículas de microplásticos por metro cuadrado, Cala d'Hort nos deja puntas de 140. ¿Causas? La porquería que las corrientes nos traen desde otros litorales y la contribución a la mierda que hacemos nosotros.

Es muy posible que la posidonia no pueda eliminar toda la basura que generamos y que, a la vuelta de unos años, la realidad de al traste con el mito que comercializamos, la extraordinaria pureza de nuestras aguas. También sacábamos pecho con la tierra refractaria a los ofidios y puede que ahora tengamos que recuperar para las Pitiusas el antiguo nombre de Ophiusa, isla de las serpientes, que los griegos daban a Formentera. Es lo que hay.