Leo con asombro que por fin han concluido las obras de remodelación de los barracones militares de sa Caleta, que albergarán el futuro centro de interpretación del más antiguo poblado fenicio de la isla. Su musealización, sin embargo, no se hará realidad esta legislatura, pese a que aún resta año y medio. En Ibiza hemos asimilado con pasmosa naturalidad el famoso de refrán de que «las cosas de palacio van despacio» y convivimos sin alteraciones con proyectos que se eternizan de forma rocambolesca, al requerir décadas para que se hagan realidad.

Un penoso ejemplo es el inacabado Palacio de Congresos de Santa Eulària, que en contraste con la esplendorosa infraestructura erigida con idéntico fin en Palma de Mallorca, permanece paralizado junto al erial que deberían ocupar el resto de sus instalaciones -para que luego nos digan que el reparto entre islas es equitativo-.

Y aún escuece más, por su ubicación, la insólita parálisis del Parador de Turismo del Castillo de Dalt Vila, que mientras aguarda a que se retomen los trabajos constructivos se van arruinando paulatinamente los que ya estaban hechos. Cuando Turespaña concluya las actuaciones que faltan -échenle al menos otros diez años-, tras el interminable proceso burocrático, deberá volver a reacondicionar el resto.

Conviene rememorar también la pesadilla del Museo de la Necrópolis de Puig des Molins, que permaneció cerrado casi dos décadas por obra y gracia del Ministerio de Cultura. Con el Museo Arqueológico de Dalt Vila, que ya lleva siete años clausurado, parecen dispuestos a batir su propio récord.

Así que, siguiendo con esta tónica tan habitual en las Pitiüses, el Consell Insular ha anunciado estos días que la apertura del Centro de Interpretación de sa Caleta «va para largo», hasta el punto de que ni tan siquiera se vislumbra fecha en el horizonte.

De esta noticia deducimos que, en lugar de avanzarse el proyecto de musealización en paralelo a las obras, se ha permanecido de brazos cruzados. No cabe duda de que, en el impasse que se avecina, el edificio de sa Caleta acabará llenándose de telarañas y degradándose paulatinamente por la falta de uso.

Un exasperante paso de tortuga que, sin embargo, puede derivar por una vez en algo positivo. A tenor de algunas musealizaciones que se han realizado en Ibiza, tal vez lo mejor sea ir despacio y culminar este museo con un contenido digno de la importancia histórica del lugar. No olvidemos que el poblado fenicio forma parte de la declaración de Ibiza Patrimonio de la Humanidad.

Un contundente ejemplo de lo que no debe hacerse es el Centro de Interpretación de ses Salines. Pese a contar con un espacio céntrico y bien acondicionado, en la casa parroquial de Sant Francesc de s'Estany, ofrece un contenido paupérrimo. Los al menos 2.600 años de historia de las salinas ibicencas quedan reducidos a unas pocas y rudimentarias cartelas, exentas de la menor gracia, que dejan importantes lagunas históricas e informativas. Tampoco van acompañadas de reconstrucciones que establezcan la evolución por etapas de las estanques ni de otros elementos gráficos, audiovisuales o interactivos de peso, como sí ofrece cualquier otro espacio de esta naturaleza que se haya proyectado con el mínimo interés y recursos.

El Parque Natural de ses Salines supone un patrimonio extraordinario, cuyo centro de interpretación, impulsado en la anterior legislatura, no solo no le rinde homenaje sino que le resta importancia y lo degrada a enclave de tercera. A ello se suma la insuficiente recuperación de objetos antiguos relacionados con el trabajo de los salineros y la ausencia de recorridos guiados por expertos y de múltiples testimonios de los últimos salineros, que alguien debería registrar antes que sea demasiado tarde.

El poblado fenicio de sa Caleta es el núcleo urbano más antiguo de la isla. Sin embargo, salvo para los arqueólogos, que saben observar más allá de las piedras, únicamente ofrece una estructura de muros de medio metro. Para comprender su relevancia y significado histórico hay que dotar a este nuevo espacio de maquetas, mapas e ilustraciones, vídeos reconstructivos, antigüedades, etcétera. En definitiva, un proyecto de musealización en toda regla, elaborado por profesionales y con medios suficientes; no el trabajo más propio de escolares que actualmente se exhibe en ses Salines.

Cabe esperar que los responsables, puesto que se lo toman con tanta calma, compensarán la espera con un proyecto de verdad impactante y que ponga en valor este enclave fundamental de nuestro patrimonio histórico. No hablamos solo de ofrecer nuevos atractivos al turismo, sino de que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de comprender nuestro pasado y disfrutarlo como nosotros no pudimos hacerlo.

@xescuprats