Somos una caja de música repetitiva.Por eso tonifica y hay que poner en valor a quienes son capaces, aun habiendo retorcido ya el almanaque, de empezar a emplear adjetivos potentes, que enriquecen nuestra habla y nos aventuran por parajes inéditos. Es una habilidad que indica juventud, aliento de vida, escalofrío de deseos, temblores del cuerpo y de la sangre que se renuevan. De manera que el nuevo hablante potente es un adolescente eterno, un Peter Pan, un Dorian Grey... un ser admirable en su frescura intelectual. O acaso me equivoco y en puridad es un cretino que, precisamente a falta de un vocabulario propio, engastado en la lectura, sumergido en el oleaje poético, recurre a los cuatro tópicos potentes que pesca por aquí y por allá. Es decir, el compatriota que no sabe que el lugar común es la fosa común de las ideas.