Las autoridades insisten en que la Inspección Técnica de Vehículos, la conocida como ITV, es fundamental para evitar la siniestralidad en la carretera. Ahora, se ha decidido poner el foco sobre un tipo concreto de vehículos a fin de tratar de evitar accidentes en las vías españolas.

Según datos de la patronal de las ITV, cada día 600.000 estudiantes españoles usan el autobús para ir al colegio. Aunque se trata de un tipo de vehículo muy seguro con cotas de siniestralidad y mortales muy reducidas, se ha puesto la lupa en tratar de hacer un análisis más exhaustivo si cabe de este tipo de vehículos.

Tal y como relatan desde la patronal de las ITV, en las revisiones a estos autocares lo primero que se hace es comprobar la documentación del vehículo para luego proceder a revisar sus condiciones técnicas: carrocería, sistemas de seguridad, frenos, ruedas, neumáticos, motor, emisión de ruidos... Hasta aquí, más o menos, lo mismo que en un automóvil cualquiera.

Pero en el caso de los buses la cosa va a más. Se revisa con celo el funcionamiento de las puertas, tanto de las de servicio como de las de emergencia, todos y cada uno de los cinturones de seguridad, la existencia de botiquín y martillo rompecristales o que la apertura de las ventanas no exceda el máximo permitido.

Con esto, lo que se pretende es garantizar al máximo la seguridad de los ocupantes de estos vehículos que, además, por edad, suelen ser más vulnerables.

En las revisiones hechas por la ITV a autocares escolares -siempre según estadísticas de la patronal- los fallos detectados con mayor frecuencia están relacionados con problemas con las especificaciones técnicas (el 28%), fallos en los frenos (el 18%), defectos en el alumbrado y la señalización (el 12%), en el acondicionamiento exterior, carrocería y chasis (el 10%), emisión de gases contaminantes (el 10%) y problemas en los ejes, ruedas, neumáticos y suspensión (el 8%).