Un buen mantenimiento del vehículo va directamente relacionado con la seguridad de quienes viajan en él. A veces por falta de tiempo, otras por desconfianza o simplemente por desconocimiento, los conductores van aplazando las revisiones anuales recomendadas para sus coches, sin tener en cuenta la importancia que tienen para evitar accidentes.

En primer lugar, hay que destacar que las revisiones del vehículo no hay que hacerlas obligatoriamente en el taller oficial. El Reglamento Europeo indica que los fabricantes deben facilitar a los talleres la información necesaria para intervenir en los coches, además de indicar que el usuario no pierde la garantía por no llevar su vehículo al taller oficial. Así, el cliente puede escoger si lleva su coche al taller de la marca o a uno independiente, esté o no en periodo de garantía.

Las revisiones de mantenimiento preventivo pueden ser una clave para evitar una visita al taller causada por una avería. Cambiar a tiempo una pieza desgastada, por ejemplo, puede evitar que ésta dañe a otra y la reparación pueda ser mayor.

¿Cuál es el mantenimiento básico de un vehículo? Determinar exactamente cuáles son los elementos que hay que revisar es imposible, ya que dependerá de la marca, el modelo y las características de cada vehículo. Sin embargo, los mecánicos recomiendan estar alerta ante la necesidad de cambios de aceite y los filtros, los frenos, amortiguadores, neumáticos...

El aceite es esencial para un correcto funcionamiento del coche, ya que lubrica los motores de combustión interna. Al reducir la fricción entre los metales, el aceite alarga la vida del motor, además de reducir su temperatura.

Directamente relacionado con este elemento está el filtro de aceite, que elimina las partículas metálicas microscópicas que caen en el aceite por el roce entre sus piezas. Cambiar el aceite sin cambiar el filtro no tiene sentido, ya que dichos desechos pueden ensuciar el aceite repuesto.

¿Cada cuánto hay que realizar el cambio de aceite? La pérdida de propiedades del aceite hace necesario una renovación periódica, que suele ser recomendable cada 10.000 kilómetros (aunque algunos fabricantes alargan este periodo hasta los 30.000 kilómetros).

Además del filtro de aceite, el vehículo dispone de otro filtro encargado de limpiar al aire que llega al motor y ayuda a disminuir el consumo de combustible, además de prolongar la vida del motor.

Los frenos son uno de los sistemas de seguridad más importantes para evitar un accidente inminente, ya que permite detener el vehículo a tiempo para no salirse de la carretera, colisionar con otro coche u obstáculo o atropellar a un viandante. En las revisiones periódicas, los mecánicos analizan el estado de los frenos para determinar si hace falta realizar algún cambio que evitará costes mayores en el futuro. Por ejemplo, cambiar a tiempo unas pastillas de freno en mal estado puede evitar un desgaste en el disco de freno y la necesidad de cambiarlo.

El buen estado de los neumáticos es otra de las claves de la seguridad en la conducción. Si bien la profundidad mínima legal para el surco del neumático es de 1,6 mm, desde talleres Mecauto advierten de que, en esa situación, «el rendimiento del neumático ha perdido un 90 % de efectividad en cuanto a la capacidad de adherirse a la calzada».

En este sentido, los profesionales recomiendan cambiar los neumáticos cada 10.000 kilómetros para lograr un reparto más proporcional en el desgaste de los mismos. «Lo primero que se ha de tener en cuenta es que los neumáticos de un mismo eje han de ser iguales y la diferencia entre las profundidades del desgaste de éstos no sea superior a 5 milímetros», indican desde Mecauto.

Los profesionales advierten de que circular con neumáticos con una presión diferente a la establecida por el fabricante «puede provocar un desgaste prematuro de los mismos o daños irreversibles en su estructura interna». Por ello, recomiendan realizar una comprobación de la presión de los neumáticos una vez al mes y siempre antes de un largo viaje.

En relación con los neumáticos están la suspensión y los amortiguadores, que se encargan de mantenerlos en continuo contacto con el asfalto. «Un amortiguador en mal estado supone, menor agarre en carretera, inestabilidad y falta de control del vehículo, incremento en la distancia de frenado», informan desde Mecauto. La degradación de los amortiguadores depende del uso que se dé al vehículo (los terrenos por los que se circule o el tipo de conducción son claves), y su recambio va en consonancia. En líneas generales, se deben sustituir entre los 60.000 y los 80.000 kilómetros.

Por último, otro de los elementos clave para el buen funcionamiento de un vehículo es el sistema de escape, que hay que revisar aproximadamente cada 20.000 kilómetros. Los mecánicos pueden prevenir inminentes averías a través del tubo de escape, un elemento que hay que sustituir siempre que haya grietas, agujeros o síntomas de corrosión.