El presidente francés Emmanuel Macron no quiso hacerse un test covid cuando llegó a Rusia para reunirse con su homólogo Vladímir Putin sobre la crisis de Ucrania, y por ello se le mantuvo a gran distancia durante todas las conversaciones. De ahí surgió la foto que quedó como símbolo de aquella reunión, en la que ambos estaban sentados en una mesa de cuatro metros de longitud. Según informan fuentes de la comitiva francesa a Reuters, el presidente galo temía que las muestras pudieran ser usadas para analizar su ADN, aunque fuentes del Elíseo se negaron a confirmar esto.

A Macron se le ofrecieron dos opciones: o bien aceptar una PCR hecha por médicos rusos y poder acercarse a Putin, o rechazarla y asumir unas reglas más estrictas de distanciamiento, según la agencia anglosajona.

"Sabíamos que eso significaría que no habría apretón de manos y una mesa larga. Pero no podíamos aceptar que el ADN del presidente cayera en sus manos", asegura una de las fuentes mencionadas. "Los rusos nos dijeron que mantienen a Putin en una burbuja muy estricta", añade. El Kremlin no ha confirmado esta hipótesis ni ha querido hacer comentarios.

La segunda fuente asegura que el presidente francés sí se había hecho una PCR en Francia antes de salir y un test de antígenos hecho por su propio médico antes de llegar a Rusia.

Tres días después de esta reunión, Putin sí se dio la mano con el líder kazajo Kasim-Yomart Tokaev. Incluso se sentaron juntos en una pequeña mesa de café.

Alberto Fernández y Vladímir Putin. EFE

Putin y Macrón estuvieron seis horas de conversaciones. En un tono más conciliador que el empleado en los días anteriores sobre la crisis de Ucrania, el líder del Kremlin admitió, durante un encuentro con la prensa celebrado a altas horas de la noche, que algunas de las propuestas que le había traído desde París su interlocutor galo podían "sentar las bases de avances futuros", informó Marc Marginedas.

Ambiente gélido

El arranque del encuentro se había producido en un ambiente gélido. "Nuestro continente está hoy en una situación muy crítica, lo que nos obliga a ser extremadamente responsables", había afirmado Macron, sentado a un extremo de una larga mesa blanca en el salón del Kremlin y separado de varios metros del líder ruso.

Tras un prolongado silencio, Putin había respondido admitiendo que ambos países compartían "la preocupación por lo que sucede en la esfera de seguridad en Europa". Tras alabar los "esfuerzos" que estaba realizando Macron "personalmente" para desactivar la crisis, el presidente ruso ha pedido que una hipotética resolución "proporcione seguridad de forma equilibrada a Europa para una perspectiva de seguridad histórica".

Esta atmósfera de distanciamiento se había repetido en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo, donde aterrizó el airbus presidencial francés con media hora de retraso después de que hiciera un rodeo para evitar sobrevolar el espacio aéreo de Bielorrusia, objeto de sanciones por parte de la UE que afectan al tráfico de aviones. El presidente francés tardó otra media hora en salir del aparato, y una vez lo hizo, comprobó que nadie se hallaba al pie de la escalerilla para recibirle, que no había coche esperando en la misma pista como suele ser habitual y que debía recorrer a pie la distancia que separaba el aparato de la terminal para personalidades.