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Ibiza y la paradoja británica: el país que nunca renuncia a las vacaciones

Pese a los malos augurios económicos, los ciudadanos de Reino Unido siguen considerando que no viajar es pecado: su reducida tasa de paro (4%) y su escaso ahorro explican este singular fenómeno

Rishi Sunak, la pasada semana.

Rishi Sunak, la pasada semana. / Tolga Akmen/efe

Un año más, la economía vuelve a ser «una traba para el buen desarrollo del turismo británico de cara a la temporada 2024», indica José Antonio Roselló, economista y vicepresidente de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB). Hay preocupantes turbulencias, pero «se da la paradoja de que los hechos parecen contradecir la impresión inicial que se derivaría de un análisis de la situación de la macroeconomía» de ese país.

Recuerda que ya en junio, y según el Informe de Perspectivas Económicas de la OCDE, «la situación del Reino Unido no era muy boyante». Ese estudio preveía «un modesto crecimiento del PIB británico del 0,3% para el conjunto de 2023. Para 2024, la previsión también «era muy modesta: un 1,4%». Ese cuadro macroeconómico presentaba, además, «signos de inquietud» en otros aspectos: para el consumo privado, preveía un débil aumento del 0,5% en 2023, y en cuanto a la demanda interior total, una caída del 1,7% y un crecimiento cero de la misma en 2024». Sus niveles de inflación general y subyacente, oscilaban entre el 6% y 8%, con un aumento en particular de los precios de los alimentos en torno al 19%. Y a eso se añadía, relata Roselló, «el endurecimiento de la política monetaria del Banco de Inglaterra, que no hacía más que añadir dificultades al manejo económico y especialmente en el ámbito de las economías familiares».

Lo contrario a lo previsible

De todo este cuadro se podía extraer la idea de que «el nivel de vida de los británicos se vería aún más resentido» y que «las corrientes turísticas desde el Reino Unido se verían afectadas» el pasado verano. Pero ocurrió, como avalan Frontur y Egatur, «lo contrario». «¿Cómo es posible que una visión real del Reino Unido presente un país con una economía tendente a la inanición, pero con unas cifras turísticas en Ibiza tan positivas?», se pregunta Roselló: «La respuesta es que en la vida, y mucho más en la economía, nada es blanco o negro, sino que la escala de grises siempre domina el panorama».

Su economía, explica, «presenta tres aspectos que, desde la perspectiva del turismo, no hay que perder de vista». El primero y «esencial» es que su tasa de paro es realmente reducida, en torno al 4,2%, casi «de pleno empleo». El segundo es que «la tasa de ahorro de los hogares británicos, no es demasiado alta», alrededor del 7,9%: «Según el estudio de la OCDE, el 34% de los adultos del Reino Unido, o no tiene ahorros o tiene menos de 1.000 libras en una cuenta». Poco ahorro implica mucho consumo. Y, entre otras cosas, no renunciar a volar.

«Perciben las vacaciones como una necesidad, por lo que viajan independientemente de su situación económica, aunque esta condiciona aspectos como el número de viajes al año, el gasto y su duración»

José Antonio Roselló

— Vicepresidente de la CAEB y economista

No viajar es pecado para los británicos. Roselló indica que, según Turespaña, «perciben las vacaciones como una necesidad, por lo que viajan independientemente de su situación económica, aunque esta condiciona aspectos como el número de viajes al año, el gasto y su duración». Ahí está, dice, «la clave de la cuestión». «En el contexto —detalla— de una baja tasa de paro como la del Reino Unido, la pandemia inicialmente implicó el efecto catch up (recuperar el tiempo perdido) o carpe diem (como si no hubiera un mañana). El carpe diem puede seguir vigente, de tal manera que, y esto es lo esencial, se estaría produciendo un desplazamiento dentro de la cesta de la compra de las personas y de las familias en el sentido de tender a adquirir servicios turísticos frente a adquirir bienes tangibles o materiales».

Se trata de «un fenómeno tanto sociológico como económico» que explica por qué durante 2023 «las ventas en Reino Unido al por menor caen, mientras que el turismo interior y exterior aumenta».

Cuando la geopolítica y las guerras pueden hundir un verano

La geopolítica también sigue este año presionando la economía. A la guerra de Ucrania se suma ahora la de Israel contra Hamas en la Franja de Gaza tras la masacre cometida por los terroristas palestinos el pasado 7 de octubre: «Las inquietantes perspectivas económicas se ennegrecen más. Aunque es pronto para decirlo, el primer efecto va a ser que las tasas de inflación van a seguir siendo altas, lo cual provocará una extensión y mantenimiento del endurecimiento de las políticas monetarias, entre ellas las del Banco de Inglaterra». Es decir, «más dificultades y más encarecimiento para los créditos, entre ellos, y no de manera menor, los créditos al consumo». No hay que olvidar que muchos británicos echan mano de esos préstamos para, pagándolos en cómodos plazos, poder viajar.

Frente a destinos cercanos a entornos conflictivos, involucrados en guerras o en los que el radicalismo religioso es especialmente inquietante, la isla vuelve a presentar su carta de destino seguro

Roselló recuerda que, como sugirió recientemente en el Foro Experiencias, «nos encontramos en uno de los periodos más tensos y convulsos del panorama geopolítico internacional de los últimos años con el reciente estallido del conflicto palestino-israelí». La posibilidad de que la guerra se extienda por Oriente Próximo no es, ni mucho menos, una quimera. Existe el temor de que Líbano (a través de Hizbulá), Irán (que además alimenta tanto a este último grupo como a Hamas), Siria o Yemen abran nuevos frentes en la región. Incluso preocupa Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, no oculta sus oscuros deseos intervencionistas, aunque más parece una bravuconada que una seria amenaza.

En un contexto tan explosivo, la economía global sufre. Y el turismo, de rebote. Pero no es la primera vez en las últimas décadas que Ibiza sale airosa pese a los conflictos que afectan a enclaves turísticos próximos del Mediterráneo oriental o meridional. Frente a destinos cercanos a entornos conflictivos, involucrados en guerras o en los que el radicalismo religioso es especialmente inquietante, la isla vuelve a presentar su carta de destino seguro.

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