Menores u justicia

Una madre denuncia que debe entregar a su hija de 11 años al padre, que abusa de ella

Ha pedido que se suspendan las visitas de la menor con su progenitor, que tiene una orden de alejamiento, mientras dure la investigación de la denuncia por agresión sexual de éste a la niña

Fachada de los juzgados de Eivissa.

Fachada de los juzgados de Eivissa. / Vicent Marí

El pasado 1 de agosto debería haber entregado a su hija, de once años, a su padre. Pero lo tiene claro: «Entregársela atenta contra mi obligación como madre de protegerla». La madre de la menor ha solicitado a un juzgado de Ibiza que se suspendan las visitas con su progenitor, que tiene una orden de alejamiento por violencia de género, como medida cautelar ante la certeza de que éste está maltratándola y agrediéndola sexualmente, situación que ha denunciado.

Pero, lejos de tener en cuenta las pruebas que han aportado ella y su abogada, no les han hecho caso, critica. De hecho, en un primer momento, cuando el padre la denunció por sustracción de la menor, la pusieron en busca y captura. Algo que no entiende, ya que ella ya había alertado de que no entregaría a la pequeña y que se encontraban las dos en su domicilio. Perfectamente localizables. Además, en el mismo juzgado estaba presentada la denuncia por presunta agresión sexual por la que, precisamente, solicitaban estas medidas cautelares (suspensión de visitas o visitas tuteladas) mientras los hechos se encuentren en fase de investigación. La petición hace hincapié en un dato: «La policía ha aconsejado a la madre no entregar a la menor a su padre, ante la evidencia de que estos hechos pueden ser constitutivos de la comisión de un delito contra la menor».

La madre y su abogada solicitaron suspender las visitas con el padre tras descubrir unos vídeos en el móvil de la preadolescente que preocuparon profundamente a la madre. Una preocupación que ya venía de lejos, ya que en los últimos años la niña llegaba a veces de esas visitas con moratones o comentando situaciones con un trasfondo sexualizado en la relación con su padre. Más de un año y medio antes ya había solicitado, informes psicológicos en mano, que se la protegiera de él. «Pero no se hizo nada», lamenta.

Diligencias en 2021

En noviembre de 2021 se abrieron diligencias policiales, con parte de lesiones del Hospital Can Misses, por una agresión sufrida por la menor, a la que se citó a declarar, algo que la madre hubiera preferido evitar, pero no pudo. Un momento, recuerda, especialmente delicado para niña. En enero de 2022 se interpuso una denuncia por lesiones que se acumuló a la anterior «sin que se adoptara ninguna restricción en las comunicaciones del padre con la menor», detalla la petición de la procuradora, en la que se explican los antecedentes.

Al ver esos vídeos, decidió actuar. «Estuve dos días en shock», confiesa. En ese momento, recurrió al agente de la Policía Nacional que tiene como tutor por la orden de alejamiento. Le enseñó los vídeos. «Me llevó de la mano a la UFAM (Unidad de Familia y Atención a la Mujer de la Policía Nacional). Cinco policías, al verlos, redactaron la denuncia. Ellos mismos la escribieron, no lo hice yo», recalca la madre sobre la denuncia presentada el 21 de julio en la que los agentes detallan la escena y los comentarios que se ven y se oyen en los vídeos. «Se ve a la menor tumbada en posición lateral y la parte de los hombros y el pecho descubierta, y a su padre tumbado detrás de ella dando besos por la zona de los hombros y el cuello», escriben en la denuncia, en la que se especifica que la propia menor pide a su padre que no le toque el pecho.

Además, indica la madre, fueron ellos mismos los que le aconsejaron que no la entregara al padre. La denuncia, que se remitió al juzgado, adjunta los vídeos así como uno de los informes del colegio del Registro Unificado de Maltrato Infantil (RUMI) e indica que hay otro procedimiento RUMI emitido por la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil (Usmij), dependiente del Área de Salud de Ibiza y Formentera, que no se puede adjuntar porque la madre aún no lo tiene. «La denuncia se acompaña del parte médico de visita a la psicóloga de Can Misses en fecha 27 de julio de 2023», reza el documento remitido por la procuradora en la que solicita medidas de protección para la menor.

Un jarro de agua fría

A pesar de todo eso, en el juzgado le esperaba un jarro de agua fría. El juez está de vacaciones y quien revisó la documentación fue el representante de la fiscalía, quien, tras ver el vídeo, relata la madre, consideró que la estampa no tenía nada raro, por lo que no apoyó la petición de medidas cautelares. «Todos ven un indicio de delito menos esta persona, no se entiende», indica la madre. «Si ellos no defienden a mi hija, tendré que protegerla yo», comenta la madre, cuyos temores por si su niña sufre malos tratos y acoso sexual por parte de su padre se han disparado tras ver el vídeo. Todos están convencidos de que la niña lo grabó para disuadir a su progenitor, que está tumbado con ella, de que siguiera tocándola. De hecho, señala, la menor le dice que deje de hacerlo en más de una ocasión. «¿Dónde está la ley del ‘No es No’?», se pregunta el abuelo de la pequeña en una carta [ver pàgina 2 de este diario]. Esta ocasión no era, de hecho, la primera vez que la menor utilizaba el móvil para alertar a algún familiar o conocido de comportamientos sexualizados por parte de su padre que le resultaban molestos.

Así, en estos momentos todo está en el aire hasta que, en unos días, se incorpore, tras sus vacaciones, el responsable del juzgado. Tras comprobar que antes de la denuncia por sustracción presentada por el padre había llegado al juzgado la de la madre por el presunto delito de agresión sexual con la petición de las medidas cautelares y que ella había informado de que se encontraba en la isla, se suspendió la orden de busca y captura, relata ella misma. «Vieron que había un motivo para suspenderla», indica la madre, que ahora mismo se encuentra en un sinvivir. Con una angustia que sabe que las atenazará, como mínimo, hasta mediados de la próxima semana, cuando el responsable del juzgado se incorpore y atienda a su caso. «Tenemos miedo», afirma. «Tengo miedo de encontrármelo», indica la madre, que recuerda la ansiedad y el mal rato de la última vez que pasó esto. «Me agarró la moto y me impidió irme durante un rato», rememora esta mujer, que señala que, después de lo vivido todos estos años, empieza a entender «por qué la justicia se representa con los ojos vendados». Está convencida de que no es para representar la imparcialidad, sino porque no ve aquello que debería. «Tengo que proteger a mi hija porque nadie lo está haciendo», insiste antes de reiterar, con determinación, que no entregará a su hija a su padre hasta que no se cierre la investigación por los abusos, «a la fuerza».

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