Entrevista | Alejandro Díaz Tirado Deportista de la selección española de tenis de mesa adaptado

Deportista de élite en Ibiza: «De niño, en el colegio me llamaban ‘cuatro dedos’, y eso duele»

Alejandro Díaz Tirado, que sufre el síndrome de Rothmund-Thompson, asegura que tiene «una vida de ensueño» gracias al tenis de mesa adaptado

Alejandro Díaz Tirado juega con la raqueta  de tenis de mesa.

Alejandro Díaz Tirado juega con la raqueta de tenis de mesa. / Vicent Marí

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Cuando el tenis de mesa encontró a Alejandro Díaz Tirado, que sufre el síndrome de Rothmund Thompson, éste estaba en una silla de ruedas. Tenía diez años, se recuperaba de una de las muchas operaciones que le han hecho en las manos cuando pisó mal en casa y se rompió varios huesos del pie. El joven, que ahora tiene veinte años, asistió en su silla a una sesión de promoción del deporte escolar que impartió en el colegio Poeta Villangómez su actual entrenador, José Ramírez. «Le dijo a mi madre que cuando estuviera recuperado me llevara», recuerda Díaz Tirado, que vive en Barcelona, becado en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, y forma parte de la selección española de tenis de mesa adaptado. Su objetivo es llegar a los Juegos Paralímpicos de 2028, aunque no descarta, si todo le viene de cara, llegar a los de 2024. «Es complicado, ¿pero quién me dice que no me marco un año increíble y lo consigo?», señala Para ello, además de esforzarse necesita patrocinadores. Ayer, el joven recibió un buen espaldarazo de la Fundación Pacha, que cubrirá sus gastos de material, desplazamiento, alojamiento y dietas. «La cuantía está por determinar, ya que dependerá de los torneos a los que asista», señala Crescenciano Huerta, director de la fundación, que ayer se reunió con el deportista y su hada madrina, Alba Pau.

¿Qué descubrió en el tenis de mesa para dejar los otros deportes?

Es un deporte en el que no hay tantas peleas y en el que necesitas mucha cabeza y concentración, algo que les va muy bien a los niños. Y es increíble para la psicomotricidad, para las manos, en las que no tengo mucha rotación, y las piernas. Los médicos me dijeron que me vendría perfecto para las manos y me lancé.

Exactamente, ¿qué les pasa a sus manos?

A ver, tengo una enfermedad que se llama síndrome de Rothmund-Thompson que engloba muchas cosas, pero a lo que más afecta es a las manos. Nací con pulgares, pero no tenían hueso, así que con varias operaciones me pulgarizaron el índice, me quitaron los pulgares y me movieron los dedos para que pudiera hacer pinza. El tenis de mesa me ha ayudado en muchas cosas, sobre todo a tener más fuerza en las manos y a rotarlas un poco mejor.

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA / Vicent Mari

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Hay quien pensaría todo lo contrario, que un deporte que se basa en las manos no es el mejor para usted.

Es difícil, sí. Hay mucha gente que no es consciente de que si te esfuerzas puedes hacer prácticamente cualquier cosa. Quizás alguna no, pero con esfuerzo y dedicación puedes conseguir casi todo lo que te propongas.

Usted se ha propuesto llegar a los Juegos Paralímpicos.

Sí. Llevo en la selección desde octubre de 2021. Estaba con mi madre cuando me llamó mi entrenador para decirme que me habían convocado para una concentración y un internacional en Platja d’Aro. Me pareció tan raro que me convocaran... Además, al ser de las islas siempre es más complicado salir fuera. Llegué allí y me pusieron en la clase 8, porque en el tenis de mesa adaptado hay niveles: del 1 al 5 es para sillas de ruedas, del 6 al 10 es para problemas de movilidad, y la clase 11 para intelectual. En mi primer internacional conseguí dos medallas, una individual y otra por equipos, y a partir de ahí comenzaron a contar más conmigo y el entrenador de la selección absoluta, que es ahora mi entrenador en el centro de alto rendimiento, me propuso que me presentara la beca para entrar en él.

Convive con todo tipo de deportistas. ¿Cómo es la convivencia?

Si te soy sincero, antes de entrar tenía miedo. Pensaba que me estaban viniendo las cosas demasiado rápido: la selección española, el centro de alto rendimiento, entrenar con las categorías inferiores de la selección sin discapacidad, convivir con medallistas olímpicos y paralímpicos… ¡Es un sueño! Pero llegas allí y no sabes dónde te estás metiendo. Te encuentras a Mireia Belmonte por los pasillos o comiendo a tu lado, te cruzas con la selección absoluta de fútbol de Chile... Allí todo el mundo se respeta. Hay alguno un poco chulillo, pero, en general, todo el mundo se ayuda. Tienes a tu disposición nutricionistas, médicos, fisioterapeutas y psicólogos, que en un nivel de competición alto son muy importantes. Tienes todo eso para ti y tienes que aprovecharlo. Quien no lo haga es tonto.

Entrena con las categorías inferiores sin discapacidad, ¿hace su mismo entreno?

Sí, exactamente el mismo. Entreno con ellos y, además, con otros deportistas con discapacidad. Tengo dos pilares importantes allí, dos personas que me enseñan muchísimo: Jordi Morales y Álvaro Valera. Medallistas paralímpicos y números 3 del mundo: Jordi de la clase 7 y Álvaro de la 6. Me enseñan mucho, me demuestran la importancia del sacrificio y el esfuerzo para llegar a donde te propongas. Entrenar con las categorías inferiores es una pasada. Estoy muy contento, pero es verdad que cuando entré me resultó muy duro. Además, la sobrecarga supone más lesiones. Hay gente que abandona al principio. Yo no me lo planteé ni me lo planteo. Me han dado una oportunidad increíble, una beca que mis padres, por mucho que quisieran, no podrían pagarme, y tengo que aprovecharla al máximo.

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA / Vicent Mari

¿Llegar a las Paralimpiadas depende únicamente de usted?

No. Dependo de los resultados que consiga, obviamente, pero también de los patrocinadores. Si los consigo será mucho más fácil. La selección invierte mucho en los jugadores, pero también nos pide que invirtamos en nosotros mismos. Si ve que luchas por tus objetivos intentará ayudarte todo lo posible. Agradezco la lucha de mis padres y de toda la gente que ha estado llamando a puertas para ayudarme a conseguir patrocinadores para poder competir. Lo agradezco de corazón. La selección separa entre promesas paralímpicas y categoría absoluta. Estoy en las promesas, pero quién sabe si en un año o dos estaré en la absoluta. Creo que después de París 2024 habrá un cambio de generación y mi objetivo es ése: intentar llegar lo más lejos posible. En septiembre es el europeo absoluto y si sigo entrenando como hasta ahora, ¿quién me dice que no voy a llegar a él?

¿Recibe suficientes ayudas?

A día de hoy te podría decir que estoy muy contento porque ahora mismo me están ayudando la Fundación Pachá y también la Fundación Abel Matutes. Se lo agradezco una barbaridad. También al Consell de Ibiza. Son tres pilares con los que creo que el año lo voy a tener más que tranquilo tanto para ir a torneos como para comprar material, que se gasta una barbaridad. Imagino que toda esta ayuda es porque ven que puedo llegar lejos. Aunque la mayor ayuda la tengo en mis padres, claro.

¿Qué importancia tiene su familia en su trayectoria?

Están tan convencidos o más que yo de que puedo llegar a donde sea. Desde pequeño me han enseñado a no rendirme. Mucha gente te ve y piensa «mira, éste tiene una discapacidad», no le puedes decir eso a esa persona, porque seguramente ha luchado como tú no lo has hecho nunca y ha conseguido cosas que no puedes creerte. Tengo una familia luchadora, que ha estado intentando apoyarme en todo lo posible y animándome en mis peores momentos. Si tienes personas así sacas fuerzas de donde no las tienes para llegar lo más lejos posible. No hablo sólo de mis padres, hablo también de mis abuelos, tíos… Si no fuera por ellos no tendría el coraje y las ganas de lograr lo que me he propuesto.

Se habla mucho de la inclusión, ¿es real?

En el CAR me siento totalmente incluido. Soy uno más. Pero luego vas por la calle y la gente mira raro a las personas con alguna discapacidad. Y eso tiene que cambiar. Tú no sabes lo que le está pasando a esa persona y cuando lo miras de esa forma… A mí me pasa, con las manchas en la cara y las manos. Cuando era más pequeño lo pasaba muy mal. Me miraban raro y me llamaban «cuatro dedos». Es cosa de niños, pero duele. Ahora hay más inclusión que antes, pero aún falta que la gente acabe de entender qué es la inclusión. Los colegios lo están haciendo muy bien con charlas y actividades.

Alba Pau, Alejandro Díaz Tirado y Crescenciano Huerta.

Alba Pau, Alejandro Díaz Tirado y Crescenciano Huerta. / Vicent Marí

¿Ha participado en alguna?

Estudié en el Poeta Villangómez y contactaron conmigo para las jornadas que organizaron. Estuve con los niños y se lo pasaron muy bien. Es muy importante que desde pequeñitos aprendan a ser inclusivos con las personas que tienen alguna discapacidad.

¿Los niños le hicieron comentarios curiosos?

Los niños pueden ser muy pillos, espabilados y graciosos. Te preguntan por qué tienes las manos así, pero ves que lo hacen con curiosidad, sin maldad. No es como cuando en el cole se reían de ti, por eso digo que lo están haciendo muy bien en los colegios, porque cuando estuve allí no vi faltas de respeto.

¿Cuáles han sido sus peores momentos?

Desde pequeño he pasado por un montón de operaciones en las manos. Mucho tiempo en hospitales. Y ahí siempre ha estado mi familia. Han estado y han sido fuertes conmigo. Cuando les han dicho que no sabían cómo iba a salir de la operación o que igual no acababa del todo bien o en las rehabilitaciones largas siempre han estado apoyándome. Han sido quienes me han dado fuerza. Y sin fuerza no llegas a nada.

¿De niño echó de menos tener un referente?

Esos estímulos los he recibido hace tres años. Llegué a un campeonato de España, hice la mejor competición de mi vida y gané a un medallista olímpico. El trabajo se ve, tarda más o menos, pero se acaba viendo. Desde que he entrado en la selección es cuando he empezado a tener referentes, pero los más importantes, antes y ahora, han sido mis padres.

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA

IBIZA DEPORTISTA PARALIMPICO ALEJANDRO DIAZ , TENIS DE MESA FUNDACION PACHA / Vicent Mari

¿Cómo es un día normal suyo?

Depende. Si tengo que ir a clase me levanto a las seis y media de la mañana, desayuno, cojo el patinete eléctrico y voy a clase de ocho a nueve. Luego vuelvo al centro, donde a veces tengo alguna sesión con el psicólogo, el fisio o trabajos, entreno de once a dos del mediodía, como y luego, ya por la tarde, otra vez vuelvo a entrenar. Cada día hago unas cinco o seis horas de entreno que compagino con los estudios de Administración y Finanzas.

No lo dice con mucha pasión.

No te voy a mentir, no me termina de gustar. Estudié el grado medio muy contento y empecé el grado superior justo cuando entré en la selección. Tuve problemas con el centro porque no me facilitó compaginar los estudios con el deporte. Acabé muy cansado. Llegué a junio con varias suspendidas y las pude recuperar todas menos una. Ahora tengo dos asignaturas, la pendiente y otra. Mi intención el año que viene es cursarlo todo online porque así me quito estos problemas de encima. Creo que los ciclos formativos son mucho más difíciles de compaginar con el deporte que la universidad.

¿Qué cree que hubiera sido de usted si no se le hubiera cruzado el tenis de mesa en su vida?

Pues no lo sé. Estaría en Ibiza, seguramente, o quizás estudiando fuera. Pero la vida de ensueño que estoy viviendo, no. Es una vida que no me hubiera imaginado jamás. El fútbol seguro que lo habría dejado, aunque quizás seguiría practicando natación. No me imagino mi vida sin el tenis de mesa. Desde que los doctores me dijeron con diez años que me vendría perfecto para las manos, es mi vida. Después de las operaciones, el doctor siempre me ponía en la mano escayolada una raqueta y jugaba conmigo.

¿Cuántas operaciones le han hecho?

Unas cuantas. Me queda una pendiente desde los once años, pero como la liaba bastante antes de entrar en el quirófano… No había forma de anestesiarme. En la última operación empecé a correr por la sala de operaciones... ¡Una escena de película! Ésa ha sido la vez que más la he liado en la vida. A los once años me preguntaron si me quería operar otra vez o no. A un niño, si le preguntas eso, siempre te va a decir que no. Le pregunté si mi situación empeoraría si no lo hacía y me dijo que no, que se quedaría igual, pero empeorar no empeoraría. Dije que no me operaba. Acababa de empezar con el tenis de mesa y sólo de pensar en estar tres meses con las manos escayoladas y luego en otros seis meses de rehabilitación se me hacía un mundo. De niño, casi todos los veranos me los pasaba con las dos manos escayoladas porque aprovechaban las vacaciones escolares para operarme. A veces una, a veces la otra y algunas veces, incluso, las dos manos a la vez. Si no te haces fuerte no soportas eso.

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