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Economía

El tomate de ‘ramellet’, cinco euros más caro en una semana en Ibiza

La cesta de la compra se dispara: lechugas y tomates de ‘ramellet’ se encarecen un 62% y la alcachofa un 92% en apenas unos días, mientras el pescado registra incrementos del 15 al 37% en un año

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El tomate de 'ramellet' sube 5 euros en una semana en Ibiza Vicent Marí

Con la inflación desbocada, no descarten tener que recurrir próximamente a la Visa Oro para comprar a crédito hortalizas en el mercado, donde los precios están alcanzando cotas nunca vistas en algunos productos. El tomate de ramellet, por ejemplo, se cotizaba ayer en algunos puestos del Mercat Nou a 13 euros el kilo, cinco euros más que hace sólo una semana. En sólo siete días, los clientes ibicencos han pasado a pagar hasta un 62,5% más por esas solanáceas. En otros establecimientos de ese recinto, el incremento ha sido del 46%: quien quiera saborearlos debe abonar 9,5 euros el kilo, tres euros más.

«Una barbaridad», exclama Joan Torres, dueño de Frutas Catalina, cuando se le pregunta si nota la inflación. Y pone el ejemplo de los famosos tomates de ramellet: «Normalmente costaban 7,8 euros el kilo; hoy [por ayer], 12,8 euros». No es el único producto que se ha encarecido sobremanera en las últimas semanas o meses: «Con los frutos secos ocurre lo mismo. Muchos han pasado de tres a cinco euros el kilo. Y encima están más secos y son de peor calidad. La castaña, por ejemplo, es más pequeña este año, como la almendra y la avellana, que tienen menor calibre». ¿La razón? El cambio climático y que este año la lluvia se hace de rogar. Los mismos factores que están detrás de la carestía del tomate, ese alimento antaño básico para las rentas más humildes (esa ‘clase media trabajadora’ que tanto pregona el presidente Pedro Sánchez): el calor ha hecho estragos en sus cultivos, de manera que la oferta ha menguado. Resultado: se encarecen de tal manera que tenderos como Torres ya han notado que sus clientes «no compran tantos. Dejan de consumir la misma cantidad que antes».

En Fruita i Camp han registrado el mismo subidón del coste del tomate de ramellet, ese producto que en épocas no muy lejanas era a las hortalizas lo que, en el pescado, la morralla es al mero: «Costaba de siete a ocho euros el kilo hace una semana. Ahora, 12,95 euros. Mucha gente se lo piensa dos veces antes de pedirlo», asegura Javier Miranda, empleado de ese puesto del Mercat Nou. Tanto ese alimento como otros, por ejemplo la lechuga: la pieza costaba ayer tres euros, 1,15 euros más que hace sólo siete días. Y curiosamente procede de Alemania, país al que antes exportaba España, el colmo: «Los precios suben de esa manera por la falta de lluvia y el calor», de forma que buena parte de los cultivos acaban secos y chamuscados. Y al factor meteorológico hay que sumar que «los abonos se han encarecido una barbaridad», lo cual el agricultor acaba repercutiendo en sus cosechas.

Tres euros en pocos días ha subido el kilo de los tomates de ramellet que vende Mónica Martínez, empleada en Frutas María Cardona: de 6,5 a 9,5 euros el kilo (ayer). «Y no te creas que le sacas mucho porcentaje de ganancia», exclama. El calor, le dicen los distribuidores, es la causa de la menguante oferta y de que, consecuentemente, la desfavorable coyuntura medioambiental (que entre otras cosas provoca que los termómetros lleguen a finales de octubre a los 28 grados en las Pitiusas) acabe trasladándose (al alza) a los precios.

¡Ay si fueran sólo los tomates! Hasta el coste de las alcachofas se ha disparado: de 3,9 euros el kilo han pasado en pocos días a 7,5 euros el kilo

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¡Ay si fueran sólo los tomates! Hasta el coste de las alcachofas se ha disparado: de 3,9 euros el kilo han pasado en pocos días a 7,5 euros el kilo: «Y eso que es la temporada. Lo que ocurre no es normal. Es lógico que haya incrementos proporcionales, por ejemplo de 10 o 20 céntimos en unos días. ¡Pero 3,6 euros!». Martínez, no obstante, asegura que no por ello sus clientes han dejado de adquirir esos productos, posiblemente porque la diferencia no se percibe de igual manera cuando la compra se reduce a piezas pequeñas, como las alcachofas. Muy distinto sería si fueran sandías, como sucedió el pasado verano. Eso sí, «si antes se llevaban ocho alcachofas, ahora piden cuatro». Es decir, salen del mercado con la cesta más ligera.

«El pescado no se puede ni tocar», asegura Paula Martín, propietaria de Mar-Fish. Se comprende su desazón en cuanto detalla lo que costaban algunas piezas hace un año y lo que había que pagar por ellas ayer: salmón, de 27 euros el kilo a 37 euros; gallo de San Pedro, de 38 euros a 44 euros el kilo; mero, de 41 euros a 51 euros actualmente. Subidas del 15% al 37%. «Mucha gente se está pasando a la carne porque a estos precios hay pescado que no se puede ni tocar», insiste.

«A veces se me cae la cara de vergüenza cuando tengo que cobrar. Pero qué puedo hacer. Si no subiera precios tendría que bajar la persiana del negocio»

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Ese trasvase del pescado a la carne no convence a Carmen Pérez, propietaria de la carnicería Hermanos Pérez: «Cada vez que me llega una factura me entran ganas de llorar», comenta mientras trocea una pieza con la hachuela, con la que golpea de manera cada vez más contundente conforme avanza la conversación. Ganas de llorar porque cada vez paga más por cada pieza de carne que le envían, lo cual, lógicamente, ha de repercutir: «A veces se me cae la cara de vergüenza cuando tengo que cobrar. Pero qué puedo hacer. Si no subiera precios tendría que bajar la persiana del negocio». Nota que «compran menos» y que «no se llevan aquello que no pueden pagar». No ha percibido, no obstante, que de la ternera se hayan pasado al cerdo: «Total, todo cuesta ya muy caro, igual de caro».

Tampoco ha notado ese trasvase Javier Gómez, propietario de Carnicería Javi, que tiene una teoría al respecto: los clientes elegirán productos más baratos y reducirán su consumo desde noviembre, en cuanto cierren definitivamente los hoteles y negocios de temporada y dejen de percibirse las nóminas. Todo, admite, ha subido mucho, pero sobre todo el conejo, fruto de «una buena campaña de marketing» y, paralelamente, del coste de los piensos: «En un año, 3,45 euros más el kilo», que ahora está a casi 11 euros, un 46% más.

Sí, todo está mucho, muchísimo más caro: «Incluso la gente se asusta cuando avisas de lo que cuesta un kilo de costillas de cordero. Pero no por ello dejan de pedirlas. Les apetecen y las compran», afirma Carla Mena, empleada de Carnes March. Pero noviembre y el invierno, como avisa Javier Gómez, están al caer.

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