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El 40% de las naves industriales de Ibiza todavía mantienen el tejado de uralita

El último polígono que se construyó fue el de Montecristo en el año 2000

Un ejemplo de los tejados que se pueden encontrar en el polígono de Can Bufi, uno de los primeros que se construyeron. Vicent Marí

Eficiencia energética, gestión inteligente, aprovechamiento de recursos, sostenibilidad y circularidad… palabras que suenan bien, aunque completamente ajenas a la realidad de los polígonos industriales de Ibiza. Para describirlos, es más adecuado hablar de naves ineficientes, poco prácticas, contaminantes y obsoletas. Así, el presidente de la Pimeef, Alfonso Rojo, ofrece un dato que resulta demoledor y que sirve para hacer una fotografía de la realidad de estas instalaciones: el 40% de las naves industriales de la isla todavía tienen techo de fibrocemento con amianto, popularmente conocido como uralita. Un material de construcción prohibido desde el año 2002 por ser cancerígeno.

«Hay planes del Govern y ayudas de la Unión Europea para instalar placas solares en las naves industriales, pero que aquí no se pueden aplicar porque casi la mitad de las naves todavía tienen tejado de uralita», explica Alfonso Rojo. «Si quieres poner una placa solar hay que hacer una instalación, agujerear el techo, y con la uralita está prohibidísimo», recalca.

Para el presidente de la Pimeef resulta paradójico que se presenten planes de eficiencia energética cuando la realidad de las instalaciones industriales está en las antípodas y es imposible aplicar nada: «Una nave con uralita supone trabajar con 20 grados más de calor en el interior». Esta situación provoca que Ibiza esté perdiendo oportunidades para evolucionar hacia una economía más limpia y sostenible: «Dentro de lo fondos Next Generation hay un plan de comunidades energéticas que implica que varias naves junten techos para generar electricidad limpia, ya sea para autoconsumo o para verterlo a la red. En Menorca, en el polígono de Sant Lluís, ya se ha hecho el primero. Esto aquí es imposible».

Detalle de una pieza de fibrocemento. | VICENT MARÍ

Polígonos obsoletos

La patronal de la pequeña y mediana empresa pitiusa ya hace años que reclama una renovación de las infraestructuras de los polígonos industriales, y señala que la mayoría de instalaciones no son útiles ni prácticas. En un estudio del año 2019, la Pimeef ya indicó la existencia de 34 polígonos dispersos por toda la isla, pero tras estudiar el caso con los ayuntamientos, el listado de instalaciones de este tipo se elevó hasta casi 60. Muchos de estos espacios son irregulares y se construyeron de manera informal durante la década de los setenta y los ochenta.

«Lo que proponemos es ir cerrando estos polígonos precarios en los que es difícil que se cumplan las normativas medioambientales y de seguridad laboral, y que se amplíen otros, como los de Montecristo y Ca na Palava», señala Rojo y expone su caso personal: «Mi negocio está en una nave de 1.000 metros cuadrados en el centro del pueblo de Sant Jordi. No es lugar para aparcar camiones». También señala que la mayoría de empresas trabajan en naves de 400-500 metros cuadrados, lo que resulta insuficiente para sus necesidades.

Según estimaciones de la Pimeef, cada día entran en Ibiza unos 150 camiones para repartir mercancías por los distintos centros industriales. El carácter disperso y atomizado de estos implica también que el reparto sea más largo, costoso y contaminante. Rojo pone un nuevo ejemplo que él conoce de primera mano: «Cada día llegan una docena que camiones que transportan frutas. Si estuviéramos todos los fruteros agrupados en el mismo polígono, el camión solo haría un trayecto y estaría en veinte minutos. Ahora, en cambio, tenemos a decenas de camiones dando vueltas por toda la isla». Una situación que contribuye al colapso circulatorio, además de las emisiones de CO2 que conlleva.

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