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Medio Ambiente

Visita invernal a los flamencos de Ibiza

Los técnicos insisten en que hay que evitar pasear con perros por el Parque Nautal de ses Salines para no perjudicar a la avifauna

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Visita guiada en ses Salines de Ibiza

Febrero no es el mejor mes para contemplar las aves y está lejos de la espectacularidad de primavera, cuando se multiplica la presencia de especies migratorias en los estanques de ses Salines. El naturalista Miquel Ramis lanza este aviso a los participantes en el itinerario ornitológico con el que el Parque Natural conmemora el Día internacional de las zonas húmedas. Así y todo, nadie va a salir defraudado de la visita, sobre todo gracias a la considerable colonia de flamencos que permanece todo el año en este hábitat.

Los visitantes contaron con prismáticos en el itinierario ornitológico. | V.M

En estos momentos, el número de ejemplares puede llegar a unos 400, detalla Ramis. Él es uno de los técnicos que se dedica al censo de aves del Parque Natural de ses Salines y de la Reserva Natural d’es Vedrà, es Vedranell i els Illots de Ponent. Aún muestra entusiasmo al recordar que, en 2020, se contabilizaron 1.015 flamencos a final de verano, el momento de mayor concentración de esta ave.

Se trata de la cifra récord desde que se empezaron los registros en 1988. No fue la única sorpresa que se llevó el personal del Parque Natural en la primera etapa de la pandemia. La caída en picado de la presión humana favoreció que el picaplatges camanegre o chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) volviera a nidificar en la misma playa de es Cavallet o en es Codolar. Se trató solo de un espejismo, «pero aún nidifcan en las dunas», precisa Ramis.

En 2020, se batió el récord con 1.015 flamencos a final de verano, el momento de mayor concentración de esta ave

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Sa Sal Rossa

El naturalista anuncia que otro tipo de chorlitejo, el chico o el picaplatges petit (Charadius dubius) es una de las aves que frecuentan sa Sal Rossa, hacia donde dirige a la comitiva reunida junto a la iglesia de Sant Francesc. Al contrario que los de es Cavallet y ses Salines, los estanques que quedan entre Sant Francesc y Platja d’en Bossa fueron abandonados por la actividad salinera, así que su agua es más dulce.

Por ello, a pesar de la escasa distancia, la avifauna de sa Sal Rossa varía respecto a la de la explotación minera. «Veremos bastantes aves limícolas», avisa Ramis. Son fácilmente reconocibles por sus patas largas.

En el primer estanque de sa Sal Rossa ya se divisa algún camaverda o archibebe claro (Tringa nebularia), una pareja de xerraires o cigüeñela común y una gallineta o andarríos chico (Actitis hypoleucos), que llama la atención de inmediato por el rítmico baile que sigue mientras se alimenta en los lodos.

Con los prismáticos que ha facilitado el Parque Natural se identifica fácilmente a las diferentes aves mientras el naturalista da pistas de su morfología. «Otra manera de reconocerlas es por los sonidos que emiten, pero ya ese es un nivel avanzado», bromea.

Imagen de archivo de unos flamencos en los estanques salineros. | SESBASTIÁN CANDELA Josep Àngel Costa

Los participantes también pueden ayudarse de un folleto informativo que recopila las 35 especies más características de este ecosistema. Así y todo, en uno de los estanques, a Ramis le preguntan qué ave puede ser un ejemplar oscuro que se encuentra junto a unos xerraires. «Es una piedra», aclara entre risas.

El plumaje gris indica que son flamencos jóvenes y se vuelven rosados con el tiempo por su alimentación

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En la siguiente parada ya aparecen los primeros flamencos. Su plumaje gris indica que son jóvenes. Con el tiempo, los carotenoides obtenidos de su alimento les aportarán su característico tono rosáceo. «Los machos se vuelven aún más rosas en la época de cortejo, se maquillan para impresionar a las hembras», apunta Ramis. Se trata de unas secreciones de sus glándulas uropigiales que se untan con el pico en el plumaje.

No traigan perros

En un momento de contemplación de unas ànneres blanques o tarro blanco (Tadorna tadorna) y unos collverds o ánade azulón (Anas platyrhynchos), de repente los patos escapan ahuyentados. El motivo es que hay dos perros sueltos por una cota. El naturalista recuerda que es un peligro para las aves traer las mascotas al Parque Natural. Así y todo, y pesar de las señales de advertencia, el personal se encuentra de manera reiterada con gente que se piensa que «esto es un pipicán».

El itinerario continúa y llega a su mejor momento en los dos últimos estanques, los más cercanos a la Torre des Carregador, donde llegan a acumularse una veintena y una treintena de ejemplares, respectivamente. Llega el momento de montar dos telescopios con trípode para una visión completamente estable, apreciando su balanceo al moverse y que se paran en una sola de sus patas. «Solo hay una cosa que me rompa la magia de contemplarlos y es cuando cantan. Te esperas un silbido, pero emiten un ronquido», ironiza Ramis.

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