«¡Qué delicia!», exclama mientras se enciende un cigarro. Sonríe, le gusta nadar a contracorriente. Su mirada sigue siendo joven, pilla. En la hora y cinco minutos del capítulo cuatro de la serie ‘Ibiza habla’, dirigida por Samaj Moreno, Antonio Escohotado repasa los años dorados que vivió en Ibiza, entre 1970 y 1984. «Éramos libres», asegura el filósofo, escritor y profesor nacido en Madrid. Llegó a ‘la tribu’, como llama a la comunidad hippie donde vivió, cerca de la treintena y con un hijo de ocho años. Su mujer y su otro hijo continuaron en la capital un tiempo, hasta que decidieron mudarse a la comuna.
«En esa época el sexo lo ocupaba todo en mi mente; en nuestra mente», explica mientras recuerda con nostalgia aquel tipo de amor que no conocía de límites ni de posesión. «Nadie es de nadie», asegura. Guitarras, cuerpos desnudos al sol, sonrisas, cervezas, drogas... El movimiento hippie surgió de manera espontánea de la misma manera que se acabó, indica orgulloso. Sin líderes, el colectivo se nutrió de alrededor de 12 millones de almas en todo el planeta, todos con un mismo objetivo: «Vamos a follar a gusto», comenta entre risas. La música, otra de sus pasiones, le llevó a tocar con fluidez la guitarra y solían reunirse en el bar La Tierra una vez por semana. Allí conversaban, compartían y descubrían nuevos horizontes gracias a otras pieles.
El taller del olvido
El hedonismo en todo su esplendor recaló en Ibiza durante varias décadas y, tras muchos años de férrea dictadura, infinidad de españoles acudieron a su llamada. La Tierra cerró y ‘la tribu’ perdió su local de reunión. Y así, sin más motivos que la necesidad, surgió Amnesia, entonces conocida como El taller del olvido. Junto a varios socios, Escohotado fundó en 1976 uno de los clubs más famosos de la isla en la actualidad; para él, una simple casa de campo donde se reunían para escuchar música en vivo.
« Ahora, tal y como está, no reconozco la discoteca Amnesia»
«Ahora no reconozco aquello», asegura en la entrevista. Después de vivir varios meses en el local durante las obras, la apertura de El taller del olvido fue tan apoteósica que la carretera de Sant Antoni colapsó. Entre el ‘Ku’, Pacha y Amnesia, los locales y visitantes de Ibiza disfrutaban de la noche sin restricciones ni mascarillas y con la luna como jueza.
En su opinión, la población que permite que el Gobierno tenga el suficiente poder para establecer un estado de alarma es una población cómplice. Por ello, «debemos trabajar juntos para mandar a todos los partidarios de la ilusión (el filósofo tiene una particular manía a los ilusionistas, magos y astrólogos «vendedores de humo») y la sumisión en nombre de la salvación a la cárcel».
Muchas fueron las preguntas que rondaron las cabezas de los asistentes durante el coloquio, en el cual Escohotado se mantuvo al otro lado de la pantalla a través de una videollamada. «¿Cómo podemos hacer para recuperar nuestra alma?», preguntó una periodista seguidora de su trabajo. «Utiliza tu tiempo libre para aprender Historia Universal», le espetó el filósofo. «El presente es infinito mientras que el pasado está ya filtrado por la memoria», continuó. «¿Qué le parece la imagen que se vende ahora de Ibiza?», preguntó otro de los asistentes. «¿Está de acuerdo con la isla de lujo y opulencia en la que se ha transformado?», apostilló el siguiente.
Sin embargo, lejos de apoyar las afirmaciones de los dos jóvenes, Escohotado parece ver Ibiza con los mismos ojos que la primera vez que la vio, aunque lamentó no haber dedicado más tiempo a conocer a sus gentes, como está haciendo ahora. «¿Estás en contra del dinero?», preguntó el protagonista del evento como si interrogase a uno de sus antiguos alumnos. «Creo que si la marca Ibiza ha ido creciendo y yendo tan bien significa que ha ayudado a mejorar a mucha gente de la isla. Y eso es bueno», expresó. Si bien, la ley de la oferta y la demanda establecen el posicionamiento y la oferta turística. Uno no ofrece lo que nadie quiere. Algo para pensar.
« Ibiza se ha convertido en una isla de opulencia y lujo. Ya no es lo que era»
Con todo el público ataviado con «mordazas» y «bozales», como expresó el entrevistado, las respuestas fueron calando poco a poco entre los asistentes, que de sobra sabían que Escohotado no da puntada sin hilo. La grada, llena, sin contar los sillones vacíos para guardar la distancia de seguridad que le recordaban al público que, a pesar de poder volver al teatro, seguimos en tiempos de coronavirus, sonreía bajo el tapabocas ante las ocurrencias del filósofo, que utilizó en todo momento expresiones coloquiales como «amiguete», «enamorisqué», «eres un bandiblue», «eso es un churro» o «el que vive de los demás es un hijo de perra».
Aunque algunos prefirieron quedarse con esta: «El azar favorece a los valientes».
