La tregua que vuelve a conceder el Govern en Nochevieja, con el horario de cierre ampliado una hora y media más, fue acogida con gran satisfacción por el sector de la restauración. La posibilidad de abrir, de manera excepcional, hasta y la una media de la madrugada, les permitía organizar unas cenas de fin de año que pocos imaginaban que fueran posibles semanas atrás, aún con el toque de queda a las diez de la noche. Sin embargo, hasta el momento, los empresarios se encuentran con que las reservas van a medio gas, pese a que confían en los indecisos hasta última hora.

Así, la presidenta de la asociación de Restauración de la Petita i Mitjana Empresa d'Eivissa i Formentera (Pimeef), Verónica Juan, apunta que el ritmo de la demanda, a falta de tres días, «no está siendo bueno». No obstante, advierte un cambio de perfil en los clientes. «Parece que la gente de más edad opta por quedarse en casa y los más jóvenes, que solían ir a fiestas, este año lo cambian por ir a cenar a un restaurante».

De igual manera, Juan constata un cambio de hábitos en la restauración a favor de los almuerzos y en detrimento de las cenas. Bien porque, hasta mediados de mes, el toque de queda era a las diez de la noche , bien por la gente que teme los espacios interiores y solo va a los restaurantes a la hora que pueden disfrutar de las terrazas.

«La Nochebuena fue flojita y, en cambio, el día de Navidad se notó que la gente salió bastante más», destaca. Por otra parte, ante la incertidumbre del movimiento de clientes, algunos restaurantes han optado esta Nochevieja por ofrecer menús para llevar, «pero parece que no acaba de calar la iniciativa.

La presidenta de Pimeef Restauració también prevé que los grandes establecimientos se adapten más fácilmente a una fecha como la Nochevieja, ya que la limitación a seis comensales por mesa y la distancia de separación entre ellas acaba reduciendo aún más los clientes que, por aforo, inicialmente podría atender un restaurante más pequeño. «La gente no se va abrazar con desconocidos ni habrá la misma alegría de los cotillones, pero a ver si 2020 acaba ya y volvemos a la normalidad», sentencia Juan.

La restauradora Xesca Guasch confirma esta apreciación en el caso de Es Nàutic de Sant Antoni, que regenta su familia, al igual que el restaurante del Club Náutico Ibiza, la Oleoteca Ses Escoles y el Port de Balansat, aunque este último no abre este invierno. «En Sant Antoni van muy bien las reservas y normalmente acaba habiendo lista de espera, aunque este año reducimos de 250 a 130 personas», detalla. En cambio, la primera Nochevieja de su empresa al frente del Club Náutico Ibiza de momento no alcanza la demanda del de la bahía de Portmany, al igual que en Ses Escoles, donde también quedan mesas libres.

La oferta para esta Nochevieja de estos establecimientos también ha tenido que modificarse por la coyuntura económica y sanitaria. El año pasado, Es Nàutic ofrecía un menú con barra libre y churros con chocolate hasta las cuatro y media de la madrugada. Para recibir 2021, el precio se reduce a 80 euros con las bebidas a parte, también en su restaurante de Vila. «Así el cliente decide si bebe o no, porque no es lo mismo tomarte una copa después de cenar si media hora después tienes que irte a casa», precisa Guasch.

Sin embargo, el toque de queda no afecta al horario del servicio de la cena, «porque viene marcado siempre por las uvas y las campanadas». Sí que desaparece la fiesta con orquesta de ocho músicos venida desde Valencia, aunque la velada se amenizará con música.

A la espera

A la espera

En Santa Eulària, el emblemático Celler de Can Pere es uno de los clásicos en las cenas de Nochevieja y tenía previsto repetir este año, aunque ahora está a la expectativa. «Estos días de fiesta hemos trabajado bastante y, si tenemos un 70% de aforo, prácticamente hemos llenado». «Pero las reservas para fin de año no van muy bien de momento y parece difícil que convenga abrir», explica su propietario, Paco Tur.

En cambio, en los años anteriores, «a estas alturas ya lo teníamos casi completo», recuerda. Tur no descarta que, a última hora, dé un vuelco la situación, como sucedió el día 26, en la mitjana festa de Nadal. «Solo tenía dos o tres reservas, pero fue llegar al restaurante por la mañana y no parar de recibir llamadas para pedir mesa».

En el caso de Vila, en uno de sus establecimientos más significativos, El Cigarral, de momento las reservas «van bien, dentro de lo que cabe».

«Evidentemente, no es como los años anteriores, porque se nota que hay gente que tiene miedo a juntarse en sitios con bastantes personas», apunta su responsable, David Ortiz.

En el Beso Beach de Ses Salines, su departamento de marketing coincide en que las reservas van más lentas que otros años. «Parece que la gente ha cogido cierto miedo a la noche», constatan. De cara a la cena, el restaurante se ha acondicionado para las temperaturas de invierno para resguardar a sus comensales. Aunque para esta cita han renunciado a los espectáculos habituales antes de la crisis, cuando la gente no debía permanecer en sus mesas, la velada estará amenizada con la música cubana en directo de Eribertho Cruz.

Los responsables de todos estos restaurantes tienen asumido que, a partir de la una, les tocará avisar a sus clientes de que deben ir abandonando el local.