La pandemia está dejando una profunda huella en las calles de Ibiza. En los últimos meses, decenas de comercios, antes prósperos, han colgado carteles de se vende, se alquila o se traspasa porque se han convertido en negocios inviables como consecuencia de la crisis económica, las restricciones, la debacle turística... Hace cuatro meses, el delegado en las Pitiusas del Colegio de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API), Jeffrey Fernández, advirtió de que se había producido «un aumento brutal» de locales que habían echado el cierre y que sus precios ya habían experimentado un recorte del 25%. Pero desde entonces todo ha ido a peor: «Cada vez hay más carteles. Pero ni se venden ni se alquilan. El movimiento es prácticamente nulo: poco o nada», afirma Fernández.

Nulo: no hay interés entre los empresarios por hacerse con esos espacios comerciales, ahora inactivos pero que fueron codiciados hasta que se desató la crisis del Covid-19. Si antes había codazos por hacerse con ellos, ahora parecen apestados. Nadie se atreve a abrir un nuevo negocio, pues «con las expectativas que hay, es para pensarlo mucho». Y eso que los precios caen a plomo: «Más que en el caso de las viviendas. Si en estas ronda el -22%, en los locales y naves ya pasa del -35% [en julio, un -25%]. Y sin esperanza de que pare».

Ha cambiado hasta el trato que dispensan los arrendadores: «Quien tiene un inquilino, intenta conservarlo aunque sea bajando el precio, pues no encontrará otro. Muy poco negocio nuevo se va a abrir. Sólo se dan casos de traslados cuando el arrendatario logra un descuento en otro local. Aun así, los costes de esos traslados son altos. Apenas hay movimientos así».

A juicio de Fernández, «los inversores están esperando a que llegue el mes de enero o febrero» para determinar si esta situación, derivada de la pandemia, va para largo o se soluciona rápido. «No hacen ahora ofertas porque piensan que bajarán aún más los precios. Prefieren esperar a que desciendan de verdad, a que el mercado inmobiliario se hunda. Es una mentalidad medioplacista o largoplacista. No hacen movimientos a la primera de cambio, salvo en casos de oportunidades clarísimas».

Fernández cree que «si sigue sin haber entrada de dinero durante un tiempo, se agudizará la tendencia a la desaparición de los locales comerciales. Internet está reduciendo mucho la actividad comercial». En ese sentido, «los precios tendrán que bajar más a corto plazo» para resultar atractivos, dado que «ya no va a haber demanda de locales como antaño». El futuro de muchos, insiste, es «transformarse en almacenes o en trasteros».

Menor demanda de pisos

Menor demanda de pisos

También se hunden los alquileres de viviendas (alrededor de un 22%). Se debe, afirma, a varios factores: «Mucha gente se está yendo a la Península. Otros no pueden pagar los precios que tenían fijados por contrato. Y además, no hay demanda: antes, al propietario le quitaban los pisos de las manos. Eso se acabó. Se está produciendo una regulación del mercado pura y dura. Baja la demanda de interesados y aumenta la oferta de inmuebles. Consecuencia: desplome de precios». De repente, en el mercado han aparecido «más viviendas en alquiler de las que había habitualmente». Pero hay muchas más en reserva: «Sus propietarios confían en que vaya bien la temporada de 2021 y puedan alquilarlas a los trabajadores de temporada o a los turistas».

Paralelamente, se desinflan los precios de los inmuebles en venta, «pero menos». Y más lentamente: «En Ibiza, de producirse caídas, suceden más despacio. Los grandes propietarios suelen aguantar mucho antes de vender a muy bajo precio».

En este caso, y al contrario que en el de los locales, «sí hay movimiento». Las valoraciones, tras años de ser estratosféricas, inasequibles para la mayoría, están «regresando a la realidad». Se ha frenado «la tendencia de aumentos desorbitados (hasta del 20% de lo que realmente valían), y ya se producen ofertas». Así, a la desaparición de esos incrementos «ficticios», muy por encima de su valor real, se suman ahora rebajas del 5% al 8%».