A Sara Navarro Martín, los Reyes Magos nunca le trajeron el popular juego 'Operación'. Por más que lo pidió, recuerda la subdirectora médica de Atención Primaria del Área de Salud de Ibiza y Formentera poco antes de tomar posesión de su plaza como médico de familia en el centro de salud de Vila, la que ha ganado tras presentarse a las oposiciones. En total, catorce facultativos firmaron ayer sus plazas en un evento que se celebró en el salón de actos del Hospital Can Misses y al que asistieron, además de los profesionales, el equipo directivo del área sanitaria, encabezado por la gerente, Carmen Santos.

«Aumentar las plazas fijas de médicos de familia es muy importante y nos asegura excelentes profesionales para el futuro de nuestra área de salud, especialmente en un momento como el actual, en el que recae sobre la Atención Primaria la importante tarea de contención de la pandemia y de seguimiento de muchos pacientes leves o asintomáticos», indicó Santos. «Nuestra obligación es fidelizar a buenos profesionales con el objetivo de ofrecer a los paciente una cada vez mayor calidad asistencial», apunta Violeta Vega, directora de Atención Primaria.

De familia

De familia

«Ha sido duro», reconoce Navarro, que desconoce cuándo se incorporará a su plaza, ya que en estos momentos ocupa una subdirección. Echa de menos la consulta, confiesa, pero reconoce que el cargo «era una gran oportunidad muy enriquecedora» que no podía dejar pasar por el simple hecho de que estaba empezando, comenta. La médica, ibicenca de nacimiento, estudio en Alcalá de Henares y regresó a la isla, donde hizo la residencia, en 2012. Cuatro años más tarde comenzó a trabajar en los centros de salud de las Pitiusas y en enero ocupó su cargo.

Lo de la medicina le viene «de familia». «Hay tres médicos», indica. Entre ellos, su padre. «Yo quería ser como él», comenta la doctora, que confiesa que no tenía mucha esperanza en conseguir la plaza: «Estudié y me preparé, pero era concurso oposición y se tiene en cuenta la experiencia», indica la médica, que en breve cumplirá 33 años. «La ventaja es que lo tenía todo muy reciente», comenta antes de destacar la «tranquilidad» que supone tener su propia plaza y, sobre todo, sus propios pacientes. Conocerles. Cuidarles. «Es lo bonito de esta profesión», reflexiona antes de reconocer que aunque de niña les pidiera 'Operación' a los Reyes, descubrió muy pronto que la cirugía no era lo que más le gustaba.

«La nuestra es la profesión más bonita del mundo, aunque nos falten medios y aunque tengamos que estar dando el 300%», afirma, también antes de firmar su plaza fija en el centro de salud de Santa Eulària, Esperanza Méndez Clapés, que recuerda el examen como si fuera ayer. Y eso que fue el 25 de noviembre de 2018. «Era muy difícil, muchos compañeros muy válidos no lo consiguieron. Era enrevesado, con preguntas muy capciosas», indica. La médica, que ejerce ya en el mismo centro en el que ha ganado la plaza, destaca que no sólo dedicó sus vacaciones a estudiar, sino que ya llevaba muchos codos hincados en los libros antes de eso e infinidad de esquemas.

Nacida en Ibiza, estudió Medicina en la Autònoma de Barcelona e hizo la residencia en el Hospital Sant Pau, antes de pasar tres años en Valencia y de regresar a la isla en 2007. Estuvo en los centros de salud de Es Viver, Sant Antoniy Formentera. «Sin plaza fija vas rellenando huecos», comenta la médica, que explica que cogía «todo» lo que le ofrecían. De hecho, ha atendido tanto consultas de Atención Primaria de adultos como de Pediatría. En 2017 llegó al centro de salud de Santa Eulària y allí se queda, tras conseguir una de las plazas. Le gusta el ambulatorio. Y vive cerca. Así que está «muy contenta». «Me siento una privilegiada», comenta, entusiasta.

Cuando se le pregunta qué es lo mejor de disponer de una plaza fija no responde que tranquilidad o estabilidad. «Podré ejercer mejor mi profesión, tener un cupo de pacientes y tratar de que estén contentos», indica Méndez, que tuvo muy claro, desde niña, que quería ser médico a pesar de que, a diferencia de en la de Navarro, en su familia no había nadie que ejerciera la medicina. «Quería ayudar a la gente», indica. De hecho, en casa, cuando dijo que quería ser médico, se preocuparon. «Era cuando había las huelgas de las batas blancas», recuerda, así que su familia temía que no encontrara trabajo, algo paradójico teniendo en cuenta que en estos momentos faltan médicos en toda España.

Tiempos difíciles

«Nunca me ha faltado trabajo», indica. «Lo mío con la medicina es muy vocacional, si no fuera médica no sé qué sería», señala antes de reconocer que le encanta su trabajo incluso en los últimos meses: «Estamos saturados, tenemos más de 2.000 tarjetas sanitarias como cupo y lidiamos con unos tiempos difíciles y con la palabra del momento: incertidumbre».

Siempre tuvo claro que sería o médica de familia o psiquiatra. «Lo que me gusta es hablar con la gente, saber sólo con una mirada de qué pie calzan, lo que se llama ojo clínico», concluye antes de marcharse a la toma de posesión, a la que no pudieron acudir los 14 facultativos que han conseguido sus plazas fijas. Entre ellos, Antonio Cordero Roselló, médico del centro de salud de Formentera, quien obtuvo el primer puesto de la oferta de empleo público balear para médicos de familia.