El Ayuntamiento de Ibiza lanza un órdago para provocar que el resto de municipios y el Consell reaccionen y se regule el funcionamiento del servicio del GPS a nivel insular. El concejal de Movilidad de Vila, Aitor Morrás, informó ayer a los representantes de las nueve asociaciones de taxistas del municipio que los vehículos de fuera del municipio no podrán prestar servicios del GPS en la ciudad. Ante la falta de regulación y las quejas de algunos taxistas, fundamentalmente los que operan con el GPS que opera Nitax, que se sienten perjudicados (el servicio de gestión de llamadas de la Federación Insular del Taxi ofrece servicios a taxistas de otros municipios), el Ayuntamiento prohibirá «en breve» vía decreto que los taxistas de otros municipios puedan prestar servicios del GPS. Este movimiento puede ocasionar un efecto cadena y forzar al resto de ayuntamientos a actuar igual o bien a buscar un consenso para regular el servicio.

Morrás explica que «no es un capricho» de Vila y que no está en contra de que taxistas de otros municipios puedan operar en Vila, sino que se trata de «cumplir con la regulación actual». La orden insular de recogida y descarga del taxi, en vigor desde 2012, sólo prevé que los taxistas de otros municipios puedan recoger a usuarios en una parada si no hay otro taxi local o a partir de 100 metros de la misma. No se especifica nada sobre el GPS. Por ello, Vila quiere que el Consell alcance un acuerdo con los demás ayuntamientos y el sector del taxi para regularlo.

Al presidente de la Federación Insular del Taxi y de la Asociación de Taxistas Autónomos de la Ciudad de Ibiza, que es mayoritaria, Alejandro Cardell, no le gusta nada esta decisión y critica que es «una imposición y una medida de fuerza de Vila». «Se usa a los taxistas como rehenes para que el Consell aborde con los ayuntamientos y asociaciones este asunto», denuncia. La asociación que representa Cardell gestiona el servicio de GPS que presta servicio en todos los municipios.

Perjuicio a los mayoritarios

Perjuicio a los mayoritarios

Cardell considera que, antes de dictar un decreto que «perjudica» a sus asociados, Vila debería pedir al Consell y al resto de ayuntamientos un acuerdo para tratar de regular el servicio. «Ahora no es verano. Si en Talamanca no hay taxis y pasa uno de Sant josep, ¿qué mal hay en que cargue al cliente?», cuestiona.

En cambio, el vicepresidente de la Asociación de Taxistas Profesionales de Vila, Joan Marí, celebra el camino que ha abierto Vila e insta al Consell a que convoque a los ayuntamientos y, luego, a los colectivos del taxi para «actualizar» la orden de recogida de usuarios.

Por otra parte, Morrás también informó a todas las asociaciones de que a partir del próximo verano todos los taxistas tendrán que disfrutar de al menos un día de descanso a la semana. Para ello, se abrirá ahora una negociación para tratar de consensuar de qué manera se deben regular los turnos de descanso. En todo caso, el concejal de Movilidad advirtió a los taxistas de que esta medida se va a aplicar «sí o sí» y que si es necesario, por la falta de acuerdo, «se obligará a los taxis a parar un día a la semana». «El descanso de los trabajadores es un derecho irrenunciable. La falta de descanso tiene una incidencia en la calidad y la seguridad del servicio», destacó el edil de Podemos.

Cardell defiende que los taxistas ya tienen días de descanso y cuestiona que los conductores podrían emplear el día libre para trabajar, haciendo horas extra, en un restaurante, por ejemplo. «No hay ningún problema», indica Cardell, mientras que Joan Marí, de la asociación minoritaria, asegura estar de acuerdo siempre y cuando «se garantice su cumplimiento».

Asimismo, también en contra del criterio de Cardell, el Consistorio cambiará la parada de taxis de la calle Galícia, en ses Figueretes, y la trasladará muy cerca, a Ramon Muntaner, entre la avenida de España y la calle Navarra, y a la calle País Basc (entre la calles Galícia y Navarra). El cambio obedece a «las molestias» que los vehículos causan a los vecinos de la calle Galícia. Morrás justifica que esta calle es «más estrecha» que la de Ramon Muntaner y causa «un efecto chimenea». Cardell dice que el cambio «no está motivado» y que es «una imposición más».