La llegada de dos tortugas, (la primera de ellas un ejemplar de Caretta caretta, mientras que de la segunda se desconoce la especie pues nadie vio al animal durante el desove) hasta las playas ibicencas para depositar sus huevos en la arena (58 en el primer nido y 102 en el segundo, un total de 160 cigotos encontrados), ha supuesto un aumento en la repartición de las tareas de los trabajadores de Medio Ambiente que, conscientes de la importancia de este hito, el primero documentado de la historia de Balears, realizan turnos de vigilancia de 24 horas con la ayuda de un grupo de voluntarios y, desde hace un par de semanas, con un equipo de seguridad privada que vigila los nidos ubicados en el Parque Natural de ses Salines durante las noches. Víctor Colomar, veterinario del Cofib y trabajador de Medio Ambiente, informa sobre este acontecimiento y las tareas que se están llevando acabo para que, finalmente, el periodo de gestación de los embriones llegue a buen puerto.

Es la primera vez que se tiene constancia de que una tortuga (ahora dos) desova en una playa de Balears. ¿Lo esperaban?

Como trabajadores de Medio Ambiente estábamos avisados, sabíamos que podía ocurrir desde el 2015, que ya hubo un intento de desove en Port de ses Caletes y Santa Eulària.

¿Cual ha sido el protocolo que se ha seguido?

Un ciudadano dio la voz de alarma a la Policía, que se puso en contacto con el equipo de especialistas. Al no encontrarlos, pues eran altas horas de la madrugada, la Policía se presentó en la playa y acordonó la zona para que la gente que estaba en la playa respetara al animal.

Los huevos los llevan al retén y, por la mañana, pasan a ser su responsabilidad.

Exacto. Decidimos que, gracias a un estudio hecho por el CREM sobre las temperaturas de las playas de la isla, ésta [por es Cavallet] presentaba las condiciones más apropiadas para ubicar el nido.

De hecho otra tortuga ha elegido esta misma playa...

Si, es estupendo y muy significativo que la segunda tortuga haya elegido la misma playa donde habíamos reubicado el nido para llevar a cabo el desove. Lo que quiere decir que los cálculos llevados a cabo en el estudio eran correctos.

Volvamos a los huevos. Se sacan del retén y se reubica el nido...

A continuación, lo que estamos haciendo es mantener un control del nido. Se trata de una especie de incubadora. Ahora nuestro objetivo es cuidarlo con el máximo rigor para que salgan el mayor número de tortugas. Si salen.

¿Con controles de temperatura?

Sí. Existen unos baremos de temperatura que estamos consultando con especialistas de otros lugares para que nos asesoren sobre las fases del embrión y cómo les afectan las temperaturas. Ha venido un equipo de trabajadores del Parque de Doñana y hemos hecho mediciones con ellos. De momento no ha habido ningún cambio de temperatura demasiado brusco.

¿Y si lo hubiera?

Los huevos son tolerantes a modificaciones de temperaturas no demasiado abruptas. Si hubiera fuertes precipitaciones, por ejemplo, y la temperatura de la arena bajara, deberíamos colocar unas telas de plástico negras para subir la temperatura de la arena.

¿Qué otros asesores están teniendo?

Estamos en contacto con especialistas a nivel nacional que están trabajando en Cabo Verde. Además, yo he hablado con gente de Costa Rica. Hay gente del equipo que ha hablado con personas de Murcia, Valencia, Barcelona y Grecia. Hay una gran red de información que se forja a través de experiencias acumuladas. Nosotros no es que seamos expertos en tortugas marinas, nos asesoramos con expertos y científicos que trabajan en otros lugares donde ya sucede de manera regular.

¿Cómo ha cambiado su trabajo desde que encontraron el nido?

Ha cambiado todo. Hemos tenido que rehacer nuestros turnos por completo. Estamos muy orgullosos e ilusionados de que haya sucedido en nuestra isla, pero también hay que decir que implica mucho volumen de trabajo y muchas horas. La vigilancia de los nidos está siendo 24 horas y será así durante 60 días, por lo que hay que movilizar a mucha gente. Por suerte contamos con voluntarios y, desde hace algunas semanas, con una empresa de vigilancia privada que viene a la playa por las noches.

¿Qué es lo que se vigila?

Que alguien se cuele dentro del cercado, que entre a la zona un perro especialmente molesto o que haya un cambio climatológico adverso y repentino que no lo hayamos podido prevenir, por lo que habría que responder con agilidad.

¿Se han presentado muchos voluntarios?

Sí, la verdad es que ha respondido mucha gente. De momento más de los que necesitamos. Pero bueno, eso está bien porque, a medida que avance el tiempo, el tema pierde interés y los voluntarios suelen ir disminuyendo. Veremos qué pasa.

¿Cualquiera puede vigilar los nidos?

En principio no. Tienen que ser voluntarios de confianza, que sepan cómo reaccionar en diferentes situaciones. Estamos buscando a gente que tenga unos mínimos de conocimientos puesto que es una reponsabilidad grande.

¿Le ha tocado dormir en la playa?

Sí, claro. Para poder mandar trabajos y organizarlos tienes que saber lo que son. Me he quedado para conocer las eventualidades que pueden suceder. Nunca se sabe, al final esta isla nos sorprende por todos lados.

¿Qué supone que estas dos tortugas hayan puesto los huevos aquí?

Supone un reto. Aquí hemos tenido una población juvenil de tortuga marina desde siempre y lo que hacíamos nosotros era engordarlas y cuidarlas para que fueran futuras tortugas ponedoras. Ahora estamos cerrando el ciclo ya que, no solo es que vengan alrededor de las islas para coger energía e irse a otro lugar a poner los huevos, sino que los están poniendo aquí.

¿Qué se puede hacer para facilitarles la llegada?

Tenemos que tomar conciencia y vigilar distintas áreas a las que estamos acostumbrados, como a nuestras praderas de posidonia y nuestros ámbitos litorales dentro del agua. Esto implica meternos a gestionar el estado de nuestras playas en julio y agosto. En Eivissa es interesante el reto [ríe irónico].

¿A qué puede deberse su llegada?

Hay muchísimas teorías. Una de ellas puede ser que el cambio climático está incrementando en décimas de grado la temperatura de la arena en sus lugares de nidificación habituales, esos cambios en la temperatura a ellas les puede indicar que hace demasiado calor como para poner los huevos en su playas de siempre y algunas aventureras se están arriesgando a ir más al norte a buscar un lugar mejor.

Y cuando nazcan...¿Qué?

Si nacen, que ojalá sea así, aún no sabemos con exactitud lo que vamos a hacer, pues se barajan varias opciones. Una de ellas es que un porcentaje de las tortugas se queden en un centro de protección animal durante un año. Así nos aseguramos de que al menos un grupo reducido de tortugas crece sano y fuerte y de que, al soltarlas, están en plenas condiciones para sobrevivir. Además, mientras estén en el centro se puede aprender mucho sobre su comportamiento e ir familiarizándonos con ellas.

¿Ilusionado?

Claro. Aunque, a decir verdad, que nazcan o que no nazcan me parece algo puntual. Lo importante, y con lo que nos debemos de concienciar, es con que si ahora están viniendo, por los motivos que sean, debemos tener nuestras playas en las mejores condiciones posibles para que estas islas puedan convertirse en un lugar seguro para cualquier animal que decida venir. Debemos conservar a toda costa nuestros litorales.