Al pueblo de Jesús no le gusta perder las buenas costumbres y cada año lo demuestra en sus fiestas patronales con actividades que atraen tanto a niños como a mayores y con las que la comisión de fiestas pretende recuperar antiguas tradiciones. Una de las favoritas, especialmente para el público infantil, es la fonyada de raïm, que ayer por la tarde congregó en la plaza de la localidad a decenas de personas.

Fueron muchos los niños, y también algún adulto, los que se animaron a pisar los aproximadamente 150 kilos de uva que habían aportado para la ocasión algunos vecinos. «Estamos haciendo puré de uva», exclamaba entusiasmado Hugo, de 6 años, que junto a Emma y Zoe, de la misma edad, pisaban con mucha energía y garbo la fruta apilada en el fonyador de madera, mientras el zumo caía en un gran cubell de plástico.

En tierra firme, los adultos contemplaban atentamente todo el proceso. Entre ellos estaba Wolfgang Lutz, que acudió acompañado por su mujer y su hijo y se decidió a echar una mano a los organizadores acarreando cajas de uvas para verterlas en el fonyador. «Es la primera vez que vengo aquí, pero conozco el sistema porque he ayudado muchas veces a un amigo mío de Sant Carles a pisar los racimos en su casa», explicaba este alemán residente en el municipio de Santa Eulària.

A Juan Vicente Rico, de nueve años, le gusta más comer esta fruta que pisarla. Sin embargo, ayer no dudó en participar en la fonyada junto a sus hermanas de 2 y 4 años y su madre, Lina Planells. «La sensación de pisar uvas es como la de estar explotando globos de agua pequeños», explicaban.

Nueve años de tradición

Esta tradicional cita para elaborar vino a la antigua usanza lleva instaurada en el programa festivo de Jesús «cerca de nueve años», según explicó el presidente de la comisión de fiestas de la localidad, Vicente Juan Torres.

Aunque la cantidad de uva este año fue «algo inferior a ediciones anteriores», lo habitual es que de esta celebración se saquen «unos 90 o 100 litros de vino», apuntaba su hermana, Maribel Juan.

«Queremos animar a la gente a que sigan haciendo vino en sus casas, como antiguamente», señalaron ambos organizadores.

Tras pisarla, la uva se dejará fermentar seis días hasta que el próximo domingo, 9 de septiembre, a las 11.3o horas, se lleve a cabo el trasiego del vino, que se pasará a garrafas de cristal de 16 litros cada una para que se realice allí una segunda fermentación. «Se colocará primero como tapón una rama de frígola, que evita que explote el recipiente y que entren bichos», detalló ayer Maribel Juan. Transcurrido «más o menos un mes se pondrá ya un tapón de corcho y para Navidades el vino ya estará listo para beber», añadió.

En esta edición, además, se hará mistela, mezclando el zumo de la uva con alcohol para el consumo humano.

Algunos de los jóvenes que ayer se animaron a pisar uva, como Alma García y Laia Juan, de 13 años, habían participado un poco antes en la tercera edición de juegos de mesas de abuelos y nietos que se disputó en el centro de la tercera edad de Jesús.

Encuentro de abuelos y nietos

Ni las cartas ni el juego de la oca triunfaron entre los asistentes, que se decantaron por el parchís, por ser el más conocido por los niños.

Entre los más veteranos, estaba Josefa Torres, de 87 años, que «entrena cada día al parchís» en este local de Jesús y que jugó por primera vez en este encuentro con su bisnieto Mateu Cerdà, de 11 años. Éste era uno de los participantes más jóvenes, junto con Ana, de 9 años, que se divertía en otra mesa comiendo las fichas de sus contrincantes. «Es más suerte que otra cosa», comentaba María Roig, sentada junto a las jóvenes Alma y Laia y la abuela de ésta, Maruja Torres. Muy cerca de ellas, estaban los dos únicos abuelos que participaron en la velada lúdica, Antonio Ferrer y Juan Tur.

Aunque «el gusanillo de ganar siempre está ahí», como reconoció la organizadora del evento, Catalina Colomar, la diversión primó sobre la competitividad.