La idea es sencilla: utilizar los mecanismos del propio pulmón para ayudar a que mejore. De eso trató ayer la conferencia 'Células madre en el tratamiento de las enfermedades respiratorias: realidad o ficción', con la que Luis Ortiz, director del departamento de salud ambiental y ocupacional de la universidad de Pittsburgh, clausuró las XII Jornadas de Neumología. «Es algo que apenas ha empezado a desarrollarse», matizó el experto antes del cierre del congreso, organizado por la Policlínica Nuestra Señora del Rosario y la Associació Illenca de Respiratori (AIRE). Esto se debe, continuó, a que ahora «está empezando a entenderse cómo un pulmón crece y se mantiene en el trascurso de la vida», lo que sirve para afirmar que la mayoría de las enfermedades que aquejan a los adultos «pueden haber empezado durante el crecimiento».

Comenzar a fumar en la adolescencia «implica que el pulmón nunca alcance el desarrollo apropiado», lo que lo predispone a las enfermedades, explica el experto, que detalla la idea de usar células madre en el tratamiento de estas enfermedades: «Se hace con un tipo especializado de células del pulmón adulto que se encargan de mantenerlo día a día de una forma muy organizada. Lo que se pretende es que esas células se puedan usar para facilitar ese mantenimiento apropiado del pulmón. La idea es muy simple, pero ha costado desarrollarla».

El «mecanismo oscuro»

Ortiz justifica que esto se debe a que los mecanismos del pulmón son «mucho más oscuros» que los de otros órganos, como el hígado o la médula, y sólo se han conseguido esclarecer «en la última década». Esto se suma a la complejidad que supone estar en contacto directo con la atmósfera por el aire que se inhala, el «volumen circulatorio minuto a minuto» y que funciona de forma casi imperceptible: «No somos conscientes de que respiramos y cuando lo somos es porque nos cuesta. Cuando pierdes esa bonita espontaneidad no puedes vivir con comodidad».

Ortiz reconoce que históricamente se ha prestado más atención a las enfermedades cardiovasculares que a las respiratorias debido a que «el gran culpable» de la mortalidad era el infarto de miocardio, seguido de las neoplasias. «A medida que la prevención ha hecho que la mortalidad por enfermedades cardiovasculares baje y que se reduzca la incidencia de las enfermedades neoplásicas, las respiratorias han tomado más preeminencia», señala.

El conferenciante señala que «una enorme carga» de las enfermedades respiratorias está relacionada con la contaminación y el consumo de tabaco. En este sentido, destaca la necesidad de educar a la población para reducir su incidencia. «Las enfermedades respiratorias son una carga social importante y hay que controlarlas», apunta el experto, que es optimista: «Toda mi generación fumó, mis padres y yo, personalmente, estuve expuesto al tabaco casi hasta que llegué a la universidad. Mis hijas nunca vieron el tabaco en casa porque no se fumaba y en las escuelas en Estados Unidos hay mucho énfasis en que los chicos estén informados, así que ellas nunca se han expuesto al tabaco. La educación tiene un papel fundamental».

Ortiz reconoce que en un sitio como Ibiza dejar de fumar es algo más complicado «al ser un destino turístico» ya que mucha gente asocia el tabaco a los momentos de ocio. A pesar de esto, afirma que, según la estadística, España no es de los países europeos en los que más se fuma y, de hecho, apunta a una caída en el consumo: «Recuerdo ir en tren de Madrid a Sevilla y acabar con un olor como si hubiera fumado una cajetilla de cigarros. Ahora ya no». «El gran reto es que la población entienda que debe ser responsable de sí misma, que muchos de los problemas son autoinfligidos y que a través de la prevención se puede lograr mucho», añade.

El médico no sólo es optimista en cuanto a la educación, también con los tratamientos, que, afirma, han progresado «mucho», sobre todo para mejorar la calidad de vida de los enfermos: «Son más seguros y más directos».