La granja de lenguados proyectada requeriría «una plantilla mínima de tres o cuatro operarios» para el mantenimiento y limpieza de los tanques y la alimentación de los peces, que se haría de forma manual. El proyecto indica que las instalaciones estarán informatizadas con dispositivos de alarma para advertir si se produce una desviación de la temperatura, el oxígeno y otros parámetros. Una vez que los lenguados alcancen la talla comercial, entre 400 y 500 gramos, dos días a la semana se llevará a cabo el sacrificio de los peces para su venta: entre 1.200 o 1.300 kilos de pescado en cada una de las dos jornadas.

No habrá ningún tipo de procesamiento ni tratamiento posterior del pescado, que se venderá fresco. La idea es la de abastecer el mercado local y exportar «una parte importante» a las otras islas o la Península, incluso al extranjero. «La calidad del producto y la oportunidad de negocio [se trata de una especie nueva en el sector de la acuicultura] abre grandes posibilidades de comercialización», recoge el proyecto.

La piscifactoría contaría con una depuradora cuya función sería retirar los restos orgánicos que produzcan los peces y el pienso sobrante. Se prevé un consumo diario de entre 350 y 450 kilos de comida, del cual se puede perder una media de entre ocho y 15 kilos. Los lodos que se produzcan en el proceso de depuración se eliminarán a través del sistema de recogida de residuos que se escoja.

Piscifactoría rechazada

A finales de octubre, la Comisión de Medio Ambiente de Balears archivó un proyecto para instalar una piscifactoría en la bahía de Portmany. En su día, el Ayuntamiento de Sant Antoni informó en contra del proyecto por estar muy próximo a la costa y por la posible afección a la posidonia.