Los seres humanos, unos más que otros, tienden a dejar huella allí por donde pasan. Esta idea, mal interpretada, genera actos de vandalismo cuando se producen en un espacio natural o sobre un monumento o edificio de valor patrimonial, y entonces son especialmente hirientes.
Estas imágenes son de uno de los enclaves más visitados de Formentera, un acantilado al que se accede por un agujero que lleva a una cueva en cuyo exterior aparece el Mediterráneo absoluto. Ese acantilado no merece ser marcado con la huella de ningún grafitero. El Consell de Formentera tras conocer los hechos ha dado cuenta a la Demarcación de Costas y a los agentes de Medio Ambiente.