Desde 1992, el escultor, dibujante, pintor y director de cine alemán Johannes Schultz (Danzig, 1943) se dedica, durante el tiempo que reside en Formentera, a crear su obra, que ha titulado ‘La Riada’, en la vertiente de poniente del norte de es Trucadors, en Formentera, en pleno Parque Natural. Se trata, como él mismo define, de una obra en proceso continuo de creación y cambio desde hace 23 años que ha levantado con piedras, restos de madera, plásticos y sogas que arrastra el mar hasta la costa.

Hasta mediados del pasado mes de noviembre este artista había pasado desapercibido. Todo el mundo conocía que en esa zona del litoral se levantaba una extraña acumulación de piedras pero nadie sabía quién lo estaba haciendo.

Johannes Schultz decidió dar la cara cuando leyó en Diario de Ibiza que el Consell iba a proceder a la retirada de las piedras de la zona. Entonces, se puso en contacto con este periódico para explicar qué hacía. Eso sí, reconoció que desde que empezó no se le había pasado por la cabeza pedir permiso o ponerse en contacto con las autoridades insulares «ya que desde hace 23 años nadie ha dicho nada y se ha permitido». Sin embargo, a mediados de noviembre remitió un correo electrónico al Consell en el que solicita que no se retiren las piedras y que haga una excepción para mantener este peculiar monumento.

Schultz admite que, sin querer, su obra ha tenido un efecto de imitación en la zona ya que en el entorno de ‘La Riada’, que se encuentra en un tramo de costa rocoso y descarnado, han ido apareciendo montones de piedras que los visitantes se entretienen en apilar para dejar huella de su paso en este paisaje único situado en la lengua de arena que acaba en es Pas, desde donde se ve s’Espalmador a escasos metros, en pleno Parque Natural de ses Salines, zona protegida.

El artista califica su trabajo como «un jardín de piedras». Para explicar por qué decidió iniciarlo, ofrece una explicación curiosa, basada, asegura, en una leyenda: esta zona, afirma convencido, es «un lugar legendario donde la diosa Tanit tuvo un papel importante en tiempos de las guerras púnicas, unos 200 años antes de Cristo».

Afirma que su obra «revitaliza esta punta [de tierra] árida» y que está en constante cambio y sujeta a los efectos del mar y de la intemperie». Al contrario que el Consell, defiende que el lugar «es rocoso y sin arena», por lo que entiende que su intervención no aumenta el efecto de la erosión. Schultz lamenta el efecto imitación, pero insiste: «Espero que haya una excepción con ‘La Riada’».