El patio del colegio Cervantes acabó, el pasado sábado, completamente teñido de color violeta. No era una nueva forma de decoración, sino la huella de la gran fiesta Holi que tuvo lugar durante la tarde, en la que cerca de un centenar de niños lo pasaron en grande entre polvos de colores y burbujas de jabón.

Albert, de Showsibiza, hizo de maestro de ceremonias de la Supergarrits, como viene ocurriendo en los últimos años. Los críos corrían de un lado al otro del patio, animándose a saltar en los hinchables o a pintarse la cara con las monitoras que permanecían en un estand en la zona ajardinada. El precio de convertirse en mariposa, payaso, tigre, pirata o incluso la princesa Elsa de Frozen era de un euro, que iría destinado a la Asociación de Personas con Necesidades Especiales (Apneef), así como la recaudación de la barra y la merienda.

A las cinco de la tarde, puntuales, muchos niños corrían puertas adentro. Fue en torno a las seis menos cuarto cuando los pequeños se remojaron con mangueras, con el fin de que los polvos de la Holi, que comenzaría unos minutos después, quedaran bien pegados al cuerpo. El truco funciona. Tras el gran lanzamiento de polvos de color violeta, rojo y verde al aire (el violeta fue el más escogido), niños y no tan niños quedaron completamente teñidos sobre la piel o en la ropa y el pelo. Las caras de felicidad no tardaron en aparecer. Al menos en los rostros de los niños. Alguna madre temía por el futuro de las ropas de sus hijos.

El 'pringue' se completó con la gran fiesta de la espuma. Muchos participantes llegaron perfectamente ataviados con gafas de natación, y se lanzaron puñados de espuma con sus hermanos y amigos. Tampoco quedaron al margen del 'ataque' muchas madres y padres, que provocados por sus hijos acabaron formando parte de la fiesta de burbujas.

El cierre de puertas estaba previsto para las ocho, pero más de media hora antes los castillos ya estaban deshinchados, con lo que algún rezagado no tuvo la oportunidad de dar unos saltos.