Un nuevo modelo para gestionar los recursos hídricos de Baleares

El acceso al agua potable y al saneamiento son derechos humanos fundamentales, pero la disponibilidad de recursos hídricos es finita y depende de factores como el crecimiento poblacional, el crecimiento económico, el surgimiento de nuevos usos, y el efecto del cambio climático. En nuestro país, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha informado recientemente de que el conjunto de la España peninsular suma quince meses en situación de sequía meteorológica duradera, que es cuando se acumulan menos lluvias de lo normal en tres años.

En el caso de Baleares, los efectos del cambio climático, unido a los efectos sobre el incremento de la demanda de agua que ocasiona el turismo, exigen una atención especial para preservar los recursos hídricos. El 78,2% del territorio de Baleares permanece actualmente en una situación de prealerta por sequía, y es que la gestión de las reservas hídricas en Baleares es un desafío constante debido, sobre todo, a los cambios climáticos que experimenta el territorio.

El Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany visita las instalaciones de Facsa para conocer sus novedades tecnológicas

A nivel mundial, la FAO estima que, con las tendencias actuales, en 2050 el agua dulce sólo podrá satisfacer el 60% de las necesidades de la población, a no ser que se produzca un importante cambio de paradigma en su gestión y su uso.

Un nuevo modelo de gestión del agua

Aunque con diferentes idiosincrasias, esta es una realidad común a prácticamente todo el territorio nacional. Consciente de esta situación, Facsa ha presentado recientemente un estudio –Estudio sobre el modelo de gestión del agua en España- que recoge los principales ámbitos de actuación para garantizar la disponibilidad y calidad del recurso.

El informe, que se elaboró junto con la consultora de asuntos públicos Red2Red, aboga por un cambio de paradigma, apostando por la sostenibilidad y la preservación como aspectos prioritarios en la manera de utilizar los recursos hídricos, un modelo basado en la gestión de la demanda, la administración con criterios de economía del agua y la conservación y restauración de ecosistemas acuáticos.

Apuesta además por la mejora de la gobernanza, reduciendo la complejidad del modelo de gestión y armonizando las metodologías para la definición de tarifas. Propone, asimismo, la creación de un Fondo Nacional de Agua que fomente la inversión en infraestructuras, y el impulso de un Pacto Nacional del Agua con el fin de que las instituciones trabajen conjuntamente para mejorar la gestión y asegurar el cumplimiento de la normativa europea.

Otro aspecto que aborda es la actualización y modernización de infraestructuras hidráulicas, la falta de inversiones estructurales en las infraestructuras del agua es un grave obstáculo que impide abordar los desafíos medioambientales y económicos. Así como lo es la gestión de la demanda para impulsar la eficiencia en su uso y aliviar la presión sobre el recurso.

Resulta esencial incorporar los paradigmas de la economía circular a la gestión del agua, que reduce el consumo del recurso, minimiza el impacto ambiental y crea oportunidades económicas y de empleo, así como aumentar el uso de recursos no convencionales para satisfacer la creciente demanda de agua y mejorar la seguridad hídrica, al igual que promover las soluciones basadas en la naturaleza, que incluyen infraestructuras verdes y la naturalización de las existentes.

Para llevar a cabo este nuevo modelo es vital la inversión en digitalización, investigación e innovación, base de todos los avances y mejoras en el sector, así como la colaboración público-privada para la mejora de los servicios y la reducción de los costes.

A todo ello, suma la necesidad de fomentar la concienciación y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de hacer un uso responsable del agua. Sin la colaboración ciudadana, el modelo no alcanzaría todo su potencial.

En definitiva, Facsa aboga por herramientas y vías que nos permitan superar los desafíos que nos plantea la gestión de una demanda creciente y un suministro afectado por las nuevas condiciones climáticas. Estamos a tiempo de avanzar y de plantear un modelo que permita hablar de futuro, eficiente y sostenible que permita al conjunto de la población ejercer su derecho a un suministro de agua adecuado en el medio y largo plazo. Para ello, lo primero que debemos asumir es que no tomar decisiones ahora no es una opción.

Refuerzo de la eficiencia y digitalización

Así, con el foco puesto en la eficiencia y la digitalización, Facsa, en colaboración con el Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany (Ibiza), ha implementado actuaciones que han permitido que el municipio supere en cuatro puntos porcentuales el 17% marcado como objetivo por Plan Hidrológico de Baleares para 2027 en lo que a pérdidas de agua se refiere, con el ahorro que ello implica tanto económico, como relativo al impacto medioambiental.

Otra de las iniciativas con las que la compañía ha logrado un muy buen resultado ha sido la implicación de los usuarios/as de los diferentes servicios que han compartido datos a través de contadores inteligentes y que han permitido anticipar grandes incidencias y un mejor control en tiempo real del suministro. En este sentido, Facsa se apoya en su división Waternology by Facsa, que desarrolla constantemente soluciones digitales para la gestión inteligente del ciclo integral del agua bajo criterios de ciberseguridad, transparencia, innovación y sostenibilidad.

Facsa apuesta así por seguir reforzando la eficiencia y sostenibilidad de sus servicios en Baleares, salvando los obstáculos de la escasez y la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos. Todo ello, unido al crecimiento permanente de la población, hace que la optimización del aprovechamiento del agua no sea una opción.

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