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El tebeo infinito llega por fin a la pantalla: 'Sandman'

Después de tres décadas de películas abortadas, la muy influyente y popular creación del autor británico Neil Gaiman llega a la plataforma Netflix como cuidada serie con Tom Sturridge en el papel de Morfeo.

Una imagen de ‘Sandman’·

Todavía parece casi un sueño, pero es la realidad: después de tres décadas de infructuosos intentos, el mítico cómic ‘Sandman’ ha llegado a la pantalla. No en forma de película, como se venía previendo desde los noventa, cuando Warner Bros planeó una primera adaptación que iba a dirigir Roger Avary tras ayudar a escribir ‘Pulp fiction’. A mediados de 2019, tres años después de irse al traste una película liderada por Joseph Gordon-Levitt, Netflix firmó un acuerdo con Warner para adaptar el best-seller como serie de imagen real. Y ya está disponible en la plataforma, aunque parezca mentira.

Que esta obra de Neil Gaiman haya tardado tanto en adaptarse solo sorprenderá a quien no la haya hojeado. Inaugurada en 1989 y rematada en 1996, Sandman empezó como una singular odisea de terror con el universo DC como relativo marco de operaciones. Más pronto que tarde, dejaba de ser eso para dar pie casi a un género propio, una fantasía oscura en la intersección de mito, historia y literatura, en la que lo intangible se hacía tangible y lo tangible se derretía ante nuestros ojos. Así es la lógica del sueño.

Presa equivocada

Al fin y al cabo, Sandman, o Morfeo, u Oneiros, héroe de todo esto, es una versión antropomórfica del Sueño; novedosa reformulación gótica de un personaje que había pasado por distintas encarnaciones en los cuarenta, setenta (cuando fue un superhéroe dibujado por Jack Kirby) y ochenta. Sus seis hermanos (el resto de los Eternos) son la encarnación física de otras entidades metafísicas: Muerte, Destrucción, Deseo, Desespero, Delirio y Destino.

Conocemos a Morfeo como presa equivocada de la orden ocultista que lidera Lord Magus. Querían capturar a la Muerte y lograr la inmortalidad, pero se hicieron sin querer con su hermano pequeño. Lo que desemboca en trastornos del sueño alrededor del mundo: algunos duermen casi sin parar; otros no duermen, pero tampoco hablan, como convertidos en zombis. Tras lograr emerger del encierro, busca venganza y reconstruir su descoyuntado reino.

Las aventuras de Morfeo a través de los tiempos y los mitos atrajeron a un público no especialmente adepto de los cómics (quizá por prejuicios infundados). Esta serie olía a arte elevado desde sus portadas, o especialmente en ellas, concebidas por Dave McKean como fascinante arte de técnica mixta. La gran aceptación del título inspiró a la editora Karen Berger para fundar en 1993 el subsello Vértigo, en el que autores personales podrían dar rienda suelta a sus más oscuras visiones de terror y fantasía sin las censuras de DC.

El tercer hombre

El propio Gaiman ha desarrollado la serie con David S. Goyer (trilogía ‘El caballero oscuro’), también su aliado en el filme desechado en 2016, y un tercer hombre idóneo para dar forma a algo ambicioso pero asequible, con posibilidades de perdurar: Allan Heinberg, quien además de escribir cómics (cocreó a los Jóvenes Vengadores) ha formado parte de las salas de guionistas de ‘O.C.’ y ‘Anatomía de Grey’. Es decir, un connoisseur del mundo tebeístico, pero también alguien que sabe lo que necesita una serie para enganchar y prosperar.

«Una de las cosas que quería intentar cuando la escribía era abordar seres enormes, ideas enormes y marcos temporales enormes», dijo Gaiman en la serie de eventos promocionales Geeked Week de Netflix. «Pero solo conseguirás que la gente se interese por eso si usas a seres humanos y muestras sus vivencias; los corazones y las mentes de la gente». Parece una lección de Heinberg.

En ese mismo evento Gaiman habló de ‘Sandman’ como serie de relaciones más que de ideas. Tres en concreto la hacen menos cerebral que sentimental: las que el señor del reino del Sueño y la Pesadilla (Tom Sturridge, recién visto en Irma Vep) entabla con la bibliotecaria Lucienne (Vivienne Acheampong, de ‘The one’); la detective de lo oculto Johanna Constantine (Jenna Coleman, la Clara de ‘Doctor Who’), y una joven, Rose Walker (novata Kyo Ra), a la búsqueda de un hermano desaparecido. En los dos primeros casos se ha invertido el género de los personajes originales. Deseo, por otro lado, es ahora un personaje no binario interpretado por un actor de igual identidad de género: Mason Alexander Park. Cambios que no extrañarán a los lectores de una saga poblada por personajes queer y trans.

El tremendo reparto incluye también a Kirby Howell-Baptiste (Elena de ‘Killing Eve’) como una Muerte negra; Gwendoline Christie (Brienne de Tarth en ‘Juego de tronos’) como una Lucifer femenina, y Boyd Holbrook (Steve Murphy en ‘Narcos’) como la pesadilla andante Corintio, némesis de carisma incontestable.

Mil posibilidades

Adaptados los volúmenes ‘Preludios y nocturnos’ y ‘La casa de muñecas’ en esta cuidada temporada, en la que se ha hecho todo lo posible por capturar las visiones alucinadas de la obra original, quedarían ocho grandes arcos argumentales, e incluso algunas opciones adicionales. Si el universo Sandman engancha al público (y Heinberg saca aquí sus mejores artes para lograrlo), se podría seguir por las historias de la adolescente gótica Muerte, sobre la que Gaiman escribió dos miniseries. O adaptar la precuela ‘Obertura’. O, quién sabe, tirar de los relatos autónomos de ‘El Sueño’ para una serie antológica. Las posibilidades son infinitas.

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