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Imaginario de Ibiza

Del castell de Vila

«Es Castell: Edificació que culmina el puig de Vila. Fins a la construcció de les murades renaixentistes es tractava d’un veritable castell i es diferenciava clarament de l’almudaina, juxtaposada a ponent, i com el castell, vorejada per torres i cintes de murada». Enric Ribes i Marí (Eif)

Castillo y catedral. JOSEP PLANAS MONTANYÀ DE ‘EIVISSA, L’ILLA D’UN TEMPS’

Lo que durante muchos años sólo fue certidumbre, hoy es certeza. Las excavaciones realizadas en el subsuelo del Castillo confirman que los primeros pobladores de la isla, fenicio-púnicos, ya ocuparon el vértice del Puig de Vila. Los fragmentos cerámicos aparecidos en estratos tardo-púnicos que corresponden a la primera mitad del siglo VI aC confirman una muy temprana ocupación. No sabemos lo que entonces hubo allí, pero siguiendo el ordenamiento urbano de otros enclaves cartagineses podemos imaginar un reducto fortificado, edificios de gobierno y tal vez un templo. La romanización pasa de puntillas y pudo utilizar lo que allí había, pero no sabemos que hicieran cambios reseñables. Las transformaciones llegaron con los árabes que, además de la Almudaina adosada al Castillo en su poniente, muy posiblemente tuvieron una mezquita donde hoy tenemos la catedral. Las intervenciones siguen con los catalanes que erigen nuestro templo mayor. Después, pasa el tiempo y siguen las modificaciones y los añadidos hasta las tres últimas centurias, que dejan el Castillo y la Almudaina en manos del ejército, como guarnición militar.

Se trata, como vemos, de un recorrido dilatado del que, sin embargo, sabemos poco más de lo que nos dicen las piedras. Sólo tenemos algunas noticias significativas. Es el caso del ataque de Cneu Escipión que, tras hibernar en Tarragona, fracasa cuando durante dos días trata de tomar la fortaleza con un poderoso ejército y tiene que conformarse con saquear algunas casas de campo. El hecho es importante porque nos dice que la fortaleza púnica era ya formidable, casi inexpugnable. Sus escasísimos vestigios nos permiten, tal vez, imaginar su orientación decantada levemente al NW, pero poco más sabemos de aquellos días si exceptuamos algunas anécdotas y noticias que son poco fiables. La toma de la fortaleza árabe por las tropas cristianas es un buen ejemplo. Porque si el relato del Prior de Santo Domingo, Fray Vicente Nicolás, nos habla de la traición del hermano del Jeque que facilita la entrada de las tropas cristianas por un secreto portillo, el relato árabe de los hechos que recoge Garbriel Alomar en ‘Historia de las islas Baleares’ habla de una resistencia enconada y un cerco de cinco meses. Lo que sucedió de verdad no lo sabemos y la historia se funde aquí con la leyenda.

Baluarte de San Bernardo y castillo. | TONI POMAR

Fosos inundables

Y otra cuestión sobre la que se suele pasar a vuela pluma es la de los fosos que según el Liber Maiolichinus existían «ceñidos a las murallas y que, excavados en la roca, se inundaban con aguas de cercanas lagunas». Bonita estampa que nos hace, a partes iguales, soñar y desconfiar. Según parece, tales fosos defenderían el tercer recinto medieval desde la Portella d’en Serra (torre XVI), a la Porta Francolina (torre XVIII), para seguir, por debajo del Seminario y por encima de la calle de San José, hasta la Portella d’en Vidal (torre XXII). Las objeciones aquí son inevitables. Porque siendo estas estructuras relevantes para la fortificación, ¿cómo se explica que no tengan otros registros documentales? ¿Y en qué excavación cabría pensar, en anchura y profundidad, para tales fosos, teniendo en cuenta que estamos en un suelo de roca? ¿No es extraño, por otra parte, que de tal obra no haya vestigios?

Basura en los fosos

Y lo que ya resulta ya delirante es que los fosos fueran inundables con agua de inmediatas lagunas. Si seguimos la traza de la fortificación medieval que podemos ver en ‘La triple murada de l’Ibiza àrab’, de Antoni Costa Ramón, los lienzos murados del tercer recinto quedan lejos del llano y en una pendiente más que notable, de manera que, aunque hubiera marismas o algo parecido mucho más abajo, es difícil imaginar el trasvase del agua a los fosos. En base a un apunte de 1505 en el que, ante la amenaza del Turco, se revisa la muralla y se dice que «se prohíbe verter tierra y basura en los fosos», cabría pensar, todo lo más, en un excavado parcial de algún sector muy concreto de muralla que quedaría menos protegido y, desde luego, como fosos secos, lo que explicaría que se prohibiera cegarlos con tierras o basuras. La cosa no da para mucho más.

Y un último apunte que conviene hacer y al que ya nos hemos referido es el de la continua transformación que a lo largo de los siglos han tenido la Almudaina y el Castillo. Las contundentes murallas árabes y renacentistas constituyen en sí mismas, en todo el conjunto de Dalt Vila, un formidable encastillamiento, pero todo lo demás en el reducto que hoy llamamos estrictamente Castillo, -si exceptuamos las torres que se han preservado, la Torre del Homenaje, la Torreta, etc-, es decir, todos los edificios interiores que son en su mayoría del s. XVIII, con techados a dos aguas y grandes ventanales, están lejos de ofrecer un aire castrense. Más bien parecen edificios civiles o de acuartelamiento, función que efectivamente han tenido. Pero tanto da.

Amalgama histórica

Lo importante ahora es que el proyecto de Parador Nacional en ejecución consiga armonizar elementos tan dispares, una amalgama histórica y arquitectónica particularmente compleja. Posiblemente lo mejor del llamado Castillo sea hoy su privilegiada ubicación, abierta a todos los vientos en una panorámica prodigiosa que ya admiró al archiduque. Un activo no menor es su misma historia, de la que, aunque tan poco sabemos, nos confirma la sucesiva ocupación en un mismo suelo de fenicios, púnicos, romanos, árabes y catalanes, hasta llegar a nuestros días. No todos los hechos que vieron sus muros, sin embargo, fueron felices. En ellos se escribió la peor página de nuestra historia reciente, hecho que confiere al lugar un sentido sagrado que habrá que recordar y que, ya para siempre, irá de la mano del aura que de su más lejano pasado retienen el Castell y la Almudaina.

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