Antaño los cometas eran impredecibles y se consideraba que auguraban catástrofes diversas, de forma que los mongoles los conocían como 'hijas del diablo', Aristóteles se afanaba por relacionar una lista de desastres con su aparición y cuentan que Calixto III, un Borgia especialmente excéntrico, excomulgó al cometa Halley (aunque aún no se llamaba así) para ver si con ello podía desviarlo de su trayectoria. En las Pitiusas, los cometas eran llamados estels amb coa, igual que las estrellas fugaces. Y se conserva en la tradición ibicenca una especie de glosa astronómica que revela la gran alarma que, en el año 1910, provocó el paso del cometa Halley: «Sa gent fuig per dins ses coves/altres s'en van a pregar/sa por cobreix tota s'illa/no es sent ucar ni cantar».

En la serie 'Cosmos', Carl Sagan nos explicó que los cometas, mensajeros del cielo, vaticinaban la muerte de príncipes y la caída de imperios y que Moctezuma, el emperador azteca, ejecutó a sus astrólogos porque no habían pronosticado la llegada de uno de estos cuerpos celestes. Aunque también nos enseñó que, en el siglo XIII, el pintor Giotto, pionero del Renacimiento italiano, presenció el cometa Halley y lo convirtió en la estrella de Belén del pesebre que estaba pintando, inaugurando una nueva forma de interpretar un cometa, al menos artísticamente. Por ello fue bautizada como 'Giotto' la sonda espacial que se lanzó en 1986 para estudiar el Halley.

La llegada del cometa Neowise se ha vivido en Ibiza de forma bien distinta a como se vivió el paso del Halley en 1910. Y aunque habrá quien diga que en un año extraño sólo faltaba un cometa, lo cierto es que en la actualidad tales cuerpos celestes ya no portan augurios de desastres sino que constituyen un espectáculo esperado con interés, tanto por los astrónomos como por los aficionados a la astronomía y a la fotografía nocturna. Los cometas no traen mensajes de cataclismos, sino buenas nuevas.

Primero, de madrugada

El cometa Neowise, conocido así por el telescopio espacial que lo descubrió el pasado 27 de marzo, se ha podido ver también desde las Pitiusas a simple vista, en todo su esplendor. Los primeros días, a principios del mes de julio, el cometa era visible de madrugada hacia el noreste, justo bajo la brillante estrella Capella. Había que levantarse a las 5 de la madrugada, cuando aún había oscuridad pero ya se materializaba la franja amarilla del sol que se alzaba. Presenciarlo de madrugada, con unos simples prismáticos y con el aspecto de un proyectil enfilado a la Tierra, tenía un aliciente añadido; el paisaje nocturno entero, por el brillo especial que el planeta Venus (el lucero del alba) y la estrella Aldebarán, ambos visibles a la izquierda del cometa, exhiben en verano antes del amanecer.

Ya a mediados de mes, el Neowise siguió su órbita alejándose del Sol y ello hizo posible observarlo, incluso sin prismáticos, al noroeste, alrededor de una hora después de que se hubiera ocultado el Sol tras el horizonte y hasta la medianoche. Con los prismáticos podían contemplarse incluso las dos colas del cometa, la formada por gas, normalmente azulada, y la de polvo, anaranjada como una llama.

Al ser visible bajo la Osa Mayor, hacia el noroeste, el Neowise se ha exhibido espléndido sobre sa Conillera desde la zona de Platges de Comte, llegando a situarse en la vertical de la linterna.

La foto del cometa sobre el faro se convierte en un homenaje al sacerdote, astrónomo y filólogo ibicenco Vicent Serra i Orvay, quien, un siglo atrás, pasó muchas noches observando las constelaciones desde ese mismo islote.

Hasta dentro de 6.800 años

El cometa Neowise, cuya designación sistemática es C/2020 F3, no volverá a ser avistado desde la Tierra hasta dentro de unos 6.800 años, cuando su órbita alargada lo lleve de nuevo a las cercanías del Sol. Y desde el Hale-Bopp, en 1997, no había podido contemplarse ninguno tan espectacular al pasar cerca de la Tierra.