Roger Esteller (Barcelona, 06-07-1972) es uno de los mejores aleros españoles de los años 90, una década en la que conquistó dos ligas ACB con el Barça, dos Copas del Rey y una Copa Korac. Fue 37 veces internacional con España y consiguió la medalla de plata en el Eurobasket de París de 1999.

¿Cómo valora la organización de este tipo de eventos para la promoción del baloncesto

Lo más bonito es lo que estamos viendo ahora, todos los niños en la pista practicando deporte. Que sea baloncesto pues todavía mejor porque es un deporte de equipo y muy completo. Siempre la promoción del deporte entre los niños es fundamental también para su educación.

Ibiza llegó a tener un destacado protagonismo en el baloncesto femenino nacional, pero actualmente no hay un referente para la cantera. ¿Qué necesita este deporte para resurgir?

Creo que hay que empezar por la promoción del baloncesto entre los más jóvenes. Estamos viviendo en la época del fútbol, que se come muchas cosas. Mi propio hijo empezó jugando al baloncesto y ha acabado jugando al fútbol, es el ejemplo más claro de esa fuerza que tiene el fútbol. Pero sí , hay que empezar con los más pequeños y luego involucrar más a las instituciones públicas. Aunque no tienen que hacer todo el trabajo, tienen que hacer atractivo un producto para que los patrocinadores puedan sufragar esas cantidades económicas que muchas veces son elevadas. Hay que crear un buen producto y eso también significa involucrar a los niños y a la gente de Ibiza para que haya más jugadores de la casa. Eso pasó con la ACB y hay que aprender de los errores para tener algo más sólido. Una buena base que tenga continuidad en un equipo profesional es fundamental.

¿Qué aconseja a los deportistas para que sepan gestionar los éxitos y fracasos?

Forma parte de los valores del deporte el saber ganar y el saber perder, el saber asumir los errores y utilizarlos; el saber competir también, adaptarse a los cambios, tener pasión y buscar esa pasión. Hay que educar a los niños y canalizarles en esos valores porque cuando son mayores se convierten en herramientas. Yo no quiero que mis hijos jueguen por si llegan a ser profesionales, quiero que hagan deporte siempre, que tengan esa cultura del deporte como la he tenido yo.

¿Cuál es el mejor recuerdo de su etapa como profesional?

Pues guardo uno que no es ni mucho menos mi mayor título conseguido, pero para mí es el más bonito, que fue la Copa del Rey con el TDK Manresa en 1996, en ese momento fue algo mágico, con una ciudad volcada y ganarle al Barça en la final después de dos prórrogas, teniendo una buena actuación personal, era un momento de éxtasis.

¿Se es realmente feliz siendo deportista de élite?

Se es un privilegiado. La felicidad es algo más complejo. Hay jugadores que no son felices, o no tanto como les gustaría ser. El deporte profesional no te da la felicidad, quizás es la proyección que damos a los aficionados. Pero es algo muy sacrificado. Es un privilegio y estoy contentísimo de haber sido jugador profesional, pero esa etapa finaliza y después hay una vida. Por mucho que estires tu carrera te quedan muchísimos años de vida laboral, por lo que no puedes vivir de recuerdos. Ahora espero seguir quemando etapas.