Especial 130 años Diario de Ibiza

Cuarto menguante en la calle Amadeo I

En 130 años, la sede de Es Diari ha pasado de la calle Amadeo I de la Marina al actual edificio de la avenida de la Paz

Interior de la redacción en la Vía Púnica.

Interior de la redacción en la Vía Púnica. / DI

Por el primer número que publicó Diario de Ibiza sabemos que aquel 1 de agosto de 1893 la Luna estaba en cuarto menguante, que el sol salía a las 4 horas y 54 minutos (aún no se había forzado el adelanto del reloj una hora) y que el ocaso llegaba a las 7 horas y 18 minutos: «Ve la luz el primer número del Diario de Ibiza», incluía como efemérides. También sabemos por ese número que la sede de su redacción y administración se encontraba en el entresuelo de la calle Amadeo I, 48.

En aquella dirección se montó la prensa Guttemberg Imperial Press, fabricada en 1857 por John Sherwin y capaz de tirar 200 ejemplares (pocas veces superó el centenar, dada la demanda). Pero en los primeros años de vida de Es Diari, aquella imprenta y redacción saltarían de local en local de la Marina, de la calle José Verdera, a la de Aníbal, y de esta a Sant Elm y la plaza del Mercat Vell, hasta que a finales de los años 20 recaló, casi definitivamente (durante 40 procelosos años), en la calle Azara, 3, después de que Juan Verdera Mayans adquiriera la cabecera.

Local de la calle Aragón donde estuvieron situados los talleres.

Local de la calle Aragón donde estuvieron situados los talleres. / DI

«Con los postigos cerrados y bajadas las persianas de los dormitorios, el tableteo de la rotativa llegaba amortiguado del subsuelo y un extraño estremecimiento recorría verticalmente el edificio, haciendo bailar las bombillas y tintinear la cristalería de la abuela Adriana en el aparador. Padre soltaba el mecagüendiez de todas las noches y nosotros, mis hermanos y yo, nos dormíamos acunados por el monótono tracatraca de la Marinoni que, como una fantástica locomotora, nos llevaba a las geografías infantiles que sólo en sueños se pueden visitar». Miguel Ángel González, que en los años 40 y 50 vivió justo al lado, en el cuartel de la Guardia Civil, relataba así en estas páginas cómo ‘sentía’ la Imperial Press. Y al vivir al lado, conoció de primera mano cómo era aquella sede: «(…) en aquellos años tenía tres cuerpos: en la planta baja y de cara a la calle estaba la papelería; la trastienda la ocupaba el taller de impresión y en el piso superior estaba la redacción del Diario y el equipo de tipografía, donde los cajistas, con manguitos para librarse de las tintas y con viseras para protegerse de la focalizada luz que facilitaba su trajín, preparaban, tipo a tipo, letra a letra, los textos de las planchas o moldes de impresión que luego pasaban a la rotativa».

Antigua sede de Diario de Ibiza en la calle Aníbal, 3, en la Marina.

Antigua sede de Diario de Ibiza en la calle Aníbal, 3, en la Marina. / DI

Paralelo al boom turístico y al despegue de la economía de Eivissa, el periódico experimentó un gran crecimiento. Necesitaba una sede más grande. Primero, en 1971 la maquinaria fue trasladada a la calle Aragón, 47, para ya en 1975 recalar en una nave de Sant Jordi inaugurada por el ministro de Información y Turismo. En esta ocasión, por primera vez maquinaria y redacción se ubicarían en lugares diferentes, pues los periodistas escribían sus artículos en la Vía Púnica. En 1984, se inauguró una nueva redacción, más amplia y moderna (estrenaron los primeros ordenadores, nuevos pero arcaicos, pues para teclear una simple coma necesitaban códigos especiales), en el número 10 de esa calle de Vila.

De allí, y tras la adquisición del diario por parte de Editorial Prensa Ibérica, la redacción y la administración (la rotativa siguió en Sant Jordi hasta que años más tarde fue reubicada en el polígono de Montecristo) se trasladó el 3 de junio de 1992 a los bajos de la calle Fray Vicente Nicolás, en pleno Ensanche de Eivissa, donde permaneció hasta que el 7 de mayo de 2004 se inauguró en la avenida de la Paz la actual sede de Diario de Ibiza, obra del arquitecto Josep Ferrer Llaneras, lo que supuso un enorme salto de calidad y, sobre todo, de espacio.