La comunidad científica está alarmada por el alto índice de mortandad de ballenas francas australes en las costas de la Patagonia argentina, aseguraron ayer expertos que analizan este fenómeno.

En los últimos tres años se han hallado unos 300 ejemplares de estos mamíferos marinos muertos en playas de la península Valdés, sobre el Océano Atlántico, una cifra que supera ampliamente los parámetros considerados normales, subrayaron. Hasta 2007, el promedio anual de ballenas muertas que se encontraban en la península Valdés, declarada Patrimonio de la Humanidad, no superaba los 30 ejemplares, destacó el presidente del Instituto de Conservación de Ballenas de Argentina, Diego Taboada.

Esto supone que se pasó de un promedio anual de 30 ballenas muertas a otro de casi 100, apuntó. «Se estableció que el aumento de la mortandad era un hecho totalmente desconocido y no tenía ningún tipo de similitud en ningún lugar del mundo. A toda la comunidad científica le llamó mucho la atención», aseguró el experto. A partir de la alerta de los especialistas argentinos, la problemática fue analizada esta semana por expertos de varios países en la ciudad de Puerto Madryn, 1.100 kilómetros al sur de Buenos Aires, en un taller auspiciado por la Comisión Ballenera Internacional.

«Uno de los mayores problemas que tenemos es que cuando se reportan y encontramos a los animales, ya llevan varios días muertos. Y las ballenas literalmente se cocinan por la grasa, los órganos se descomponen y nos impiden tener muestras de sangre o de distintos órganos que nos permitan hacer análisis que determinen las causas de su muerte», explicó Taboada.