Las obras de la travesía de Jesús, que arrancaron en noviembre de 2015 y, en principio, acabaron a principios del año pasado, aunque con un resultado deficiente con un reguero de blandones y desperfectos, es el cuento de nunca acabar. El proyecto adjudicado a Vías y Construcciones se ha convertido en un calvario para la consellera de Territorio y Movilidad, Pepa Marí. Tras la última intervención para arreglar algunos desperfectos (la segunda desde marzo del año pasado), la institución ha ordenado a la constructora que vuelva a reparar lo reparado porque «se ha hecho mal», según explica Marí.

«Hemos hablado con la empresa y les hemos dicho que así no, que se lo tomen en serio», explica la consellera, que agrega que la constructora está buscando a otra constructora para «subcontratar» este arreglo. Ya lo hizo con la actuación anterior, la que se llevó a cabo a mediados de febrero, según Pepa Marí, y que no sirvió para solventar los problemas de la travesía.

Hace un mes intervino fundamentalmente sobre un tramo de unos 20 metros que se hundía. Ahora se ven algunas grietas junto al parche que se puso en ese momento. «No está bien arreglado. Se ha de volver a levantar», explica la consellera, que apunta que, al parecer, se puso «asfalto en frío», lo que provoca que el pavimento quede «desigual».

Final de obra hace casi un año

Final de obra hace casi un año

El Consell dio el final de obra a Vías y Construcciones en abril del año pasado después de que, durante un mes, se ejecutara el arreglo de los blandones y desperfectos que aparecieron tras la finalización de los trabajos. Los técnicos de la institución atribuían los defectos a la deficiente ejecución del proyecto y al material empleado, supuestamente para abaratar el coste de las obras. Inicialmente, la constructora se negó a pagar esta reparación con el argumento de que era el proyecto, que se siguió y cumplió estrictamente, el que estaba mal hecho. Finalmente, la empresa accedió a asumir la factura, aunque reclama al Consell casi 155.000 euros por los sobrecostes que le han causado, defiende, la ampliación del plazo de ejecución de los trabajos por causas ajenas, como la excavación de los restos arqueológicos. Las obras se adjudicaron en marzo de 2015, por 1,4 millones de euros y un plazo de ejecución de sólo cinco meses. Ya han pasado tres años.

Desde la concesión del final de obra, hay un periodo de dos años de garantía, que es a lo que se acoge el Consell para reclamar que se reparen correctamente los desperfectos. La consellera espera que el mes que viene se arreglen bien las deficiencias de la vía y se asfalte de nuevo. «No nos pueden pasar facturas porque estamos en el periodo de garantía», apunta la consellera de Movilidad.