Como Tailandia, Cuba y algunos países del Este europeo, «Ibiza se ha convertido en un destino de turismo sexual», aseguró ayer Judith Romero, directora insular de Igualdad del Consell, poco antes de que comenzara la segunda sesión del IV Congreso Internacional del Ocio Nocturno. Romero cree que la isla «se vende» como si fuera un lupanar. Y en la práctica lo es, según la directora insular: «Aquí se da todo tipo de prostitución: de alto standing, de niños, la trata de mujeres... Hemos de ser conscientes del lugar donde estamos».

El objetivo que tenía ayer Romero era trasmitir a los empresarios que «en el ocio nocturno no todo vale» y que es necesaria su colaboración para acabar con esas prácticas, empezando por su cartelería, denunciada en incontables ocasiones por ser sexista. A su juicio, «si no se para esta tendencia no habrá manera de dar marcha atrás». Lo más peligroso, asegura, es que «se normalicen algunos comportamientos», que la sociedad los asuma como normales.

Sharon Hodges, vicecónsul británica en Ibiza, explicó que la mayor parte de los casos de abusos que atiende son de «chicas que perdieron de vista a sus amigos». En la mayoría de las ocasiones «les suele suceder durante el primer o segundo día de vacaciones». Hodges alertó de que «van en aumento» las agresiones en las que se emplean sustancias químicas que provocan la sumisión de la víctima: «Es muy desagradable. Al principio no recuerdan lo que les pasó, pero saben que algo les ocurrió. Con el paso de los días, tienen flashbacks en los que rememoran cómo fueron violentadas».

«Lloran. A veces padecen ataques de risa histérica que algunos pueden interpretar como que no les ha pasado nada. Tienen miedo a no ser creídas, a que se les culpe de que se lo tenían merecido por cómo iban vestidas o porque iban bebidas. Sienten culpabilidad», detalló Hodges.