«Ya no tendré que dimitir, al menos por esta cuestión», dijo ayer el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, porque ya da por hecho que podrá cumplir su promesa electoral -«la promesa», según recalcaba él mismo- de llevar el agua buena a todos los grifos del municipio en este mandato. Incluso está convencido de lograrlo «antes de final de año». Así que no tendrá que dejar el despacho, como se comprometió a hacer, si no lo conseguía. Desde hace unos días, lo tiene más cerca porque esa agua de calidad ha empezado a llegar a las casas de los últimos barrios que faltaban de Sant Jordi, Platja d'en Bossa y las áreas de Vila que reciben agua de la red de Sant Josep: la zona más poblada de Platja d'en Bossa, Cas Mut y Can Fita, donde hasta ahora lo que llegaba se equiparaba más bien a la salmuera.

Marí Ribas dio la buena noticia ayer tarde junto al alcalde de Vila, Rafa Ruiz, con quien se citó en la 'frontera' entre ambos municipios, en la calle Alzines de Platja d'en Bossa, esa en que cada margen de las aceras tiene un color distinto: rojo en Sant Josep y gris en la capital oficiosa de la isla. Y allí destacó que esto ha sido posible tras concluir las obras de la tubería que va de ses Eres hasta Can Fita, donde una arqueta de distribución la hace llegar a toda esta zona. El trabajo ha costado alrededor de 300.000 euros.

6.000 vecinos más

6.000 vecinos más

Gracias a esta «interconexión de Sant Josep», como la definió el alcalde, se incorpora a unos 6.000 vecinos más al suministro de agua desalada de las depuradoras de Vila y Sant Antoni que se almacena en el depósito de ses Eres. Quienes viven en la zona norte de Sant Jordi, Can Bellotera, sa Carroca, Cas Mut, Can Fita, Can Raspalls y casi toda Platja d'en Bossa ya reciben ese suministro, según explicó Marí Ribas.

Para ilustrar cómo ha mejorado el agua que llega desde hace unos días a estas zonas, el alcalde aportó el dato de que, si antes esa especie de salmuera que vomitaba el grifo contenía «hasta 6.000 [miligramos por litro] de cloruros [sal], ahora son sólo 130 mg/l». Es la diferencia entre no poder ni ducharse con ella y tener que cambiar la lavadora y el lavavajillas a los pocos meses o poder conservar por muchos años estos electrodomésticos y salir de la ducha sin la sensación crujiente del salitre. Por encima de 250 mg/l se considera que el agua ya no es apta para beber ni se recomienda para cocinar.

Desde el principio de la legislatura, el Ayuntamiento lleva invertidos 7 millones de euros en mejorar su red municipal, que el actual equipo de gobierno se encontró en una desastrosa situación, con tramos de fibrocemento en los que las fugas superaban el 70% del caudal. Marí Ribas no pudo concretar cuánto se han reducido esas pérdidas, aunque señaló que ha sido «mucho». Espera poder dar ese dato cuando se haya renovado la conducción que hará llegar el agua buena a la última parte del municipio que queda por recibirla: la población de Sant Josep, la zona de es Cubells y el área entre el aeropuerto y es Jondal.

Marí Ribas también recordó que las obras de esta interconexión municipal se acabaron en el plazo previsto, a finales de septiembre pasado, pero la puesta en marcha se demoró luego unos días, mientras se acometían los controles sanitarios previos a su puesta en servicio.

El alcalde de Vila, por su parte, recordó que los ciudadanos «no entienden de fronteras» a la hora de exigir soluciones a sus problemas y felicitó a los concejales de Sant Josep por su trabajo. «Era un drama que en una isla que presume de alto standing los residentes y turistas tuvieran que usar un agua que no estaba del todo en condiciones», aseguró.