­El decreto de sequía impulsado por el Govern balear para intentar reducir los efectos del déficit de lluvias que arrastran las islas y que reduce el volumen de extracciones a los acuíferos ha permitido que en la isla de Ibiza se haya suministrado este invierno más agua desalada que de los esquilmados pozos. Así, si entre octubre de 2014 y en abril de 2015 el agua que se suministraba en Ibiza procedía en un 53% de pozos y en un 47% de las desaladoras, en ese mismo periodo del último año la tendencia se ha invertido y ha pasado a ser un 48% de pozos y un 52% de agua desalada. «Es un 5% menos de agua subterránea, que se traduce en 251.000 metros cúbicos, que si bien no es una gran cantidad, es un dato que da esperanzas porque el objetivo es seguir dándole la vuelta a estos porcentajes y poder regenerar los acuíferos», avanzó ayer el jefe de producción de Aqualia en Balears, Luis López.

López, junto con otros tres directivos de Aqualia, fue uno de los ponentes que participó en la Jornada sobre desalación y abastecimiento de agua que organizó ayer el Consell y que contó con la presencia de medio centenar de personas.

El conseller de Medio Ambiente, Miguel Vericad, fue el encargado de presentar la jornada y de poner en contexto la «grave» situación hidráulica de la isla, «que históricamente ha carecido de planificación». «Hemos llegado tarde, pero no fuera de hora», aseguró Vericad, que aunque lamentó que la desalación no es el sistema ideal por el consumo energético que produce, «mal que nos pese es la última oportunidad».

En este sentido, el jefe de planta de la desaladora de Ibiza, Lorenzo Romero, aseguró que en una isla donde «hemos agotado los recursos, la desalación es el último recurso para abastecerse». Romero, que lleva 20 años trabajando en las desaladoras de la isla, realizó un breve repaso a la historia de la desalación en Ibiza, una historia salpicada de infortunios, tal y como relató. Romero contó «el mal negocio que supuso la puesta en marcha de la desaladora de Ibiza», impulsada por el entonces alcalde Enrique Fajarnés y que luego tuvo que ser rescatada por el Ministerio. Recordó también cómo las obras de ampliación del puerto de Vila dragaron y estropearon los pozos que abastecían a la desaladora de Ibiza, que estuvo muchos años recibiendo agua de la de Sant Antoni y por último, lamentó vehementemente, «que por una inversión de 3 millones no se haya podido completar la interconexión de las desaladoras y no esté puesta en marcha la de Santa Eulària».

También, aseguró que «la leyenda urbana» de que en tiempos la desaladora de Sant Antoni vertía agua desalada al mar porque le sobraba «era falsa».

¿Una mejor que dos o tres?

El jefe de producción de la planta de Ibiza no quiso mojarse sobre si la isla debería tener solo una planta desaladora, como asegura el experto Antonio Rodríguez Perea. «Realmente no sé si es mejor tener una planta grande que suministre a todos los municipios que dos o tres como vamos a tener, pero sí es cierto que como estamos ahora nos permite que si hay una avería o un problema en una de las plantas, la otra la pueda abastecer, cosa que no ocurriría con una sola desaladora».

Sobre la recuperación de los acuíferos salinizados con agua depurada, Romero se mostró bastante escéptico. «Estados Unidos ya lo hace en California, pero se tardan decenios en poder regenerar un pozo; aquí todavía estamos mareando la perdiz y ni siquiera nos lo hemos planteado», aseguró.

Aunque no estaba previsto en el guion inicial, en la jornada también intervino el director de la delegación de Balears de Aqualia, Eduardo del Castillo, quien aseguró que cuando se ponga en marcha la desaladora de Santa Eulària y entré en funcionamiento la interconexión, algo que vaticinó para el verano de 2017, se podrá abastecer al cien por cien de la población con agua desalada. «Estamos muy cerca y cuando esto ocurra podremos hablar de un antes y un después», señaló Del Castillo, quien también consideró que la recuperación de los acuíferos «es prácticamente imposible».