­«Recuerdo un control en Sant Josep en el que un conductor se llevó todo por delante y se fugó. Los controles son peligrosos, no sabes quién va a pasar y con qué intenciones», comentó ayer José González Pacheco, agente de la Policía Local de Santa Eulària. El Consistorio organiza esta semana un curso, que coordina Pacheco, en el que participan más de 45 agentes locales del municipio, de Sant Josep, Sant Antoni, Sant Joan y guardias civiles.

Por la mañana recibieron formación teórica y por la tarde desarrollaron prácticas para mejorar la seguridad en los controles que instalan en las carreteras, en una simulación en el tramo final de Platja d´en Bossa, junto al antiguo Club Med. La vía quedó cerrada a mediodía, en un lugar en el que en esta época del año apenas hay tráfico, por lo que no dificultó la circulación.

«Buscamos que los controles sean sencillos y seguros para policías y conductores, tanto en núcleos urbanos como en carreteras o en zonas rurales», comentó el formador, un ertzaina de la unidad de brigada móvil de la Policía Autónoma del País Vasco con casi un cuarto de siglo de experiencia. Trabaja para el centro de formación e investigación TDPE (Tácticas Defensivas Policiales y de Escolta), con el que imparte cursos similares por toda España.

Pacheco, coordinador de formación de Santa Eulària, y su colega vasco comentaron que en un control son necesarios como mínimo cuatro agentes, dos coches, conos y señales luminosas. La veintena de profesionales que participaron en la formación práctica en Platja d´en Bossa (solo una mujer) demostraron que son rápidos a la hora de montar un dispositivo de seguridad de este tipo. En pocos segundos cruzaron un coche patrulla y pusieron dos señales: ´Alto, Policía´ y otra de prohibido circular a más de 20 por hora.

El formador les explicó técnicas para colocar los conos y les advirtió de que deben situarse detrás de su vehículo para evitar ser arrollados. Además, aprendieron a poner el dispositivo de tal forma que no entorpezca la circulación.

La mayoría de los controles son de alcoholemia, aunque también los hay de drogas, específicos en campañas para vigilar el uso del cinturón de seguridad o dispositivos de retención infantil. En otras ocasiones se busca a alguien en concreto mediante controles.