Expediciones que han conseguido acreditar el valor natural de los espacios marinos que han explorado, que han servido para convencer a gobiernos de todo el mundo y a organismos internacionales de la importancia de conservar y de proteger esos lugares. Pero, sobre todo, para convencer a las poblaciones locales de la rentabilidad que se deriva de la protección y de que esa protección no va a limitar su desarrollo.

Manu San Félix es biólogo marino, pero también uno de los mejores fotógrafos y camarógrafos submarinos del mundo; trabaja como director de fotografía y vídeo para National Geographic y tiene su propio centro de buceo en Formentera, donde también ha demostrado que los recursos naturales pueden ser el activo y atractivo principal de un lugar, donde comprueba cada día la importancia de garantizar la conservación del patrimonio natural para asegurar la rentabilidad económica a medio y largo plazo.

Muy rentable

«Hoy ya está demostrado por muchos modelos económicos que el turismo de naturaleza, como el turismo submarino, es un turismo sostenible y muy rentable para las poblaciones locales, y por eso están proliferando las reservas marinas protegidas en muchos países del mundo», explica Manu San Félix.

Este experto acumula más de 8.000 inmersiones desde sus inicios en la localidad de Lekeitio, en el Cantábrico, y ha ganado algunos prestigiosos premios internacionales que acreditan su categoría profesional.

Consagrado a los océanos, San Félix ha empeñado su vida y su profesión para demostrar que los tesoros que oculta el mar, que la protección de los mejores espacios marinos, esconden también múltiples beneficios económicos y que la adecuada conservación de esos lugares tiene innumerables repercusiones económicas en las economías locales.

Lo dice en Formentera, una isla cuyo litoral pertenece íntegramente a la red europea Natura 2000 y que cada año atrae a miles de personas interesadas en descubrir esos recursos naturales, en los que puso el foco la Unesco para dar el título de Patrimonio de la Humanidad a las praderas de posidonia que cubren una buena parte del fondo del Parque Natural de ses Salines de Ibiza y Formentera, una zona de especial relevancia ambiental y que sufre una gran presión turística durante los meses de verano.

Las Islas Medas

Lo dice también desde el conocimiento que tiene al comprobar el daño que puede llegar a causar la falta de gestión y de regulación de determinadas actividades. «Tenemos un ejemplo muy claro y muy cerca», señala Manu San Félix, y cita las Islas Medas en la Comunitat Autònoma de Cataluña, «una reserva marina de sólo 92 hectáreas que genera un beneficio neto de 10 millones de euros cada año».

Ésta «es una cifra auditada, demoledora, y se debe únicamente al turismo submarino», incide este biólogo marino, y subraya que como en otros casos que se han repetido en el mundo, las Islas Medas han puesto en evidencia que el modelo pesquero de extracción masiva y sin control ya no tiene futuro.

«Hay que hacer compatible la pesca, para que sea razonable y sostenida y no agote los recursos marinos, con otras actividades como el turismo, submarino en este caso», asevera San Félix.

Ahora está embarcado en un ambicioso proyecto de National Geographic, el programa ´Pristine Seas´, una serie de documentales grabados en once expediciones que le han llevado o llevarán a otros tantos espacios marinos -algunos de los más salvajes y desconocidos del planeta- con el fin de acreditar su valor y de sentar las bases para su futura protección.

Bucea, graba, expone y divulga

Bucea, graba, expone y divulga; Manu San Félix es una voz autorizada a la hora de hablar de la importancia de la red Natura 2000, de que la sociedad conozca, aprecie y valore los recursos naturales y la necesidad de conservarlos tal y como los conocemos, de la importancia de implementar planes de gestión para conseguirlo.

«Siempre, siempre, cuando un lugar se protege y se protege bien, se recupera; eso es un imán que lo que hace es evidenciar la rentabilidad de la protección», comenta.

A su juicio, el «dilema» que se plantea siempre es si la llegada masiva de turistas puede ser perjudicial para un lugar, pero tiene una respuesta clara y concisa: «El mensaje que tiene que quedar, y creo que de momento no queda, es que la sociedad lo que está pidiendo a gritos es zonas bien conservadas, bien protegidas».

Y vuelve sobre el caso de las Islas Medas para señalar que en aquella reserva marina sucedió eso, que se multiplicó la llegada de buceadores y hubo que plantearse limitar el acceso a la zona protegida, «y se hizo bien».

«Para mí, lo que hay que hacer es crear más sitios como las Islas Medas. Es bueno para todos, porque conservas el patrimonio natural y porque generas un rendimiento económico»